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hogar y queman, en vez de incienso, ciertas hojas .
Para conmover a la multitud, hombres
y
mujeres en–
señan las ropas del finado, mi en tras otros danzan
y
saltan alrede lor del muerto, al cual ofrecen alimen–
tos,
y
viendo que no los prueba, se los comen. Pasa–
dos ochos días en semejantes locuras, entierran
el
cadáver en una fosa .con varios vestidos regalados
por los amigos ; luego incendian la casa del difunto
para que no vuelva
a
entrar la muerte. Un año dura
el luto, y en el aniversario repiten las ceremonias
referidas; el traje
de
duelo es negro. Creen que nin–
guno acaba sus días naturalmente, sino por violen–
cia; error que les induce a la suspicacia
y
a
luchas
continuas.
El
demonio siembra la cizaña esparcien–
do tales disparates por medio de los magos . Suponen
que las almas de los muertos
se
convierten en estre–
llas,
que son más o menos brillantes, según aquellos
en
el
mundo fueron de insignes por sus proezas ...
Los calchaquíes divididos en fracciones, viven en
luchas contin as . La.s mujeres gozan de grande auto–
rirlad para separ ar los combatientes: aquellos hom–
bres incultos conceden todo
a
quienes les dieron de
mamar»
(op.J
lib.
V,
cap.
XXIII).
«
Est~s
informaciones del Padre Techo - comen–
ta Eric Boman - eRtán dadas de un modo tan sim·
ple, tan sincero, que uno se convence, leyéndolas,
de que han sido obtenidas de lo mismos indios o
de personas que los conocían muy bien»
(op.)
t .
I,
págs . 27 y 28) .