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de cualquier empresa - dice Adán Quiroga, - el
indio tenía que invocarle; sino las cosas salían al
revés de lo que se quería. Imposible éra la vida de
la tribu, en la aridez de la llanura, sin- el sustento de
la algarroba y el maíz - . y había que implorar al
OMqui
para que la cosecha fuera pingüe... Las gue–
rras, la seca, los huracanes, las pestes, los temblores,
lllapa
cayendo con ·furia y desgajando el
tacu
secu–
lar, - todo era obra de _ ese
Ohiqui)
demonio Calcha–
quí, a causa del cual el hombre es desgraciado.»
«El
Ohiqui
es el padre de los sacrificios... No es
concebible fiesta del
Ohiqui
sin cabezas de animales.
Estas cabezas de animales, sin duda alguna, son la
sustitución de las cabezas del hombre, que con sacri–
ficios humanos se le aplacaba :
ri¿na arpct-inyiguan.
A,demás, yo no
ab~igo
dudas - añade Quiroga -
... ele que los sacrificios de las tinajas o urnas fune–
rarias tendrían que ver con el
Ohiqid.
Lo que más
frecuentemente se demandaba (como hasta hoy) del
'
Ohiqui,
era lluvia, pedida a
Yaya
por la tribu sedien-
ta. En las tinajas todo habla de agua. Bajo el arco
de las largas cejas de la figura de las mismas, se ve
a la serpiente, la que siempre suele .salir de las grie–
tas de la pi ed!'a, con agudos silbos, cuando la tierra
quema; luego do el simbolismo de las urnas son
rayos, y a veces rayos con cabezas de serpientes; el
sur~}
parece correr en ellas con el pico abierto, la
larga pierna doblada en la rótula, suelto a los vien–
tos el plumaje de sus a1as, todo lo cual es un sím–
bolo de lluvia.» Otras veces fuera de una figura
d~
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