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arece valdría a ta do mil pe o

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o faltan tampoco

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que le atribuyen adorno e

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por medio

de piedras ·precio as, como el pa r A o ta., quieu

ribe (II ap.

l.u

final): «En e ta misma casa e taba el Punch< o que era un ídol del Sol

de oro finísimo, con gran riqueza rle pedrería, y pu

~to

al oriente, on

tal artificio, que en aliendo el Sol, daba en "l;

y

como era l metal :finí-

imo, volvían los rayo con tanta claridad que parecía otro Sol.»

Pa\ece que se basa en este párrafo el padre Oobo (pp.

324-325):

«Sobre todos [los templos dedicados al Sol] era el de mayor suntuo i–

dad y riquezas el que los Reyes Incas le habían edificado en u corte,

llamado

Ooricancha)

en el cual estaba su principal imulacro y de mayor

devoción. Era una imagen de bulto, dicha

P1inchau)

[p.

325]

que ignifica

-<<el día», obrada toda de oro finísimo con exquisita riqueza de pedrerta,

su figura de rostro humano, rodeado de rayo , como nosotros lo solemo

pinta.r; teníanla puesta con tal disposición que miraba al Oriente, y en

, alie:µdo el sol, hería en ella; y como era una plancha de metal finísimo,

reverberaban

y

volvían los rayos con tanta claridad que parecía el ol.

Decían los indios que juntamente con su luz le comunicaba el Sol u

virtud.»

Gutiérrez de Santa Clara escribe (pp.

441-442):

«El Sol que estos yndios adorauan, estaua fixado en vna tabla y la

tabla estaua encaxada en vna pared de vna camara de las ocho camaras

-que dicho tenemos; estaua enfrente de vna puerta que era alta, la figura

del qual tenia el rostro

d~

hombre, con sus rayos, como lo pintan los

nuestros el dia de oy, y estaua tan bruñido y de tal manera puesto que

.en saliendo el sol verdadero daua los rayos en el fingido, que hechaua

-de sí gran resplandor.»

Son jnteresantes los detalles transmitidos por algunos cronistas acer–

cea del ceremonial diario observado con aquella «figura del sol»:

El inca Pachacuti, escribe Las Casas (p. 59), «puso en una pieza muy

Tica

y

señalada déllas la estatua del Sol, de bnlto, toda de oro, con

·el rostro de hombre y los rayos de oro como e pinta entre nosotros.

Esta sacaban algunas veces al sol, porque decían que le comunicaba

-el Sol verdadero a aquel de oro su virtud. Hacíanle cada día dentro de

-aquella capilla o pieza rica, grandes sacrificios, corno se dirá» (p. 59).

«A una parte del templo había cierta pieza como oratorio hacia la parte

·del Oriente donde nace el ·Sol, con una muralla grande, y de aquella

· alía un terrado de anchura de seis pies,

y

en la pared había un encaje

-donde se ponía la imagen grande del Sol de la manera que nosotros lo

pintamos, figurada la cara con sus rayos. Esta ponían, cuando el Sol salía,

i

CALANCHA,

Coron-ica,

etc.,

p. 98.