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e e uponer que lo indio

habrán sub traído a lo e pañoles, con a tucia, la pieza má ab'rada de

su culto, entregándol a de.

1

u ') a Tupac maru aunque,' -- eE;ún T chudi

los bi toriadore nada dicen de

t1n

robo· «nada

le

probable, termina

ten

lría.

la idea ele qne se trataría de do di:D rente imágene del ol

».

A

í

el problema, cuya olnción a nue tro enten ler, es muy sencilla.

Hay

en realidad un hi toriador antiguo que afirma categóricamente

la previsión de

lo

indí ·ena ante la amenaza de la destrucción de u

antuario, y es el padre Las Casas, quien escribe en la página 97 : «El

Sol escondieron lo indios que nunca pareció. Dicen lo indios que el

Inca que e

alzad lo t1 ne con igo.

»

Variante de este informe es otro que ba1lamo " en el principio del ca–

pítulo

18

de la obra de Cabello Balboa.

~Refiere

este croni ta como tok

pór elica1go de Huascar marchó a Quito para lominar a Atabualpa re–

~elde,

y

menciona expresamente : « Quand Atoe partit de Cuzco,

il

eut

oin de prendre aveclni la tatue du Solei l qn'ilavait fait ortirdu tem–

ple, espérant que sa pré ence déciderait Atahualpa

a

se oumettre, et

qu'il se déclarerait pri onnier.» Esa «statue», empero, es el disco central.

Quiere lecir que al tiempo de ser saquea

lo

el antuario olar d 1

Cuzco, la gran imagen no se encontraba en él por haber sido llevada,

con fines políticos, a otra ;parte; y que después ll egó a manos l Tupac

Amaru, <<el Inca q ne está alzado», a quien la quitaron los conqui tado–

re (ver arriba pág.

41).

El disco solar que cupo a Leguízamo, no es entonces la famo a gran

'

.

pieza del centro que con t iempo

fué

escondida por lo indígena o lleva-

da a Quito, por Atok, hasta que los españoles la ha11aratn entre lo teso–

ros de Tnpac

Ama.rn;

debe ser otro, en primer lugar el di colateral.

Esta conclu ión, tan sencilla, no coincide empero con el párrafo ya

arriba transcrito de Cieza

de

León (p.

123) :

«La figura de Ticiviracocha

f

el gran di co central] , y la del Sol y de la Luna [los do

di

cos laterales],

y la maroma grande ele.oro, y otra piezas conocida , no se han hallado

l

al conqúistar e la cil:idad ie Cuzco], ni

Jrny

indio, ni chripstiano que

epa ni atine a dónde están. »

En el caso de ser cierto lo que afirma Cieza, ninguna de la. piezas sa- .

grada del templo habrá caído en mano de

lo ~

conqui ta.dores; entonces

tampoco el -disco lateral del sol.

~Cuál

será entonce la imagen solar que

llegara a manos de Mancio

Sierra~

Una respuesta la el padre Lizárraga (ver más adelante, pág.

51)

cu–

ya información ha quedado inédita durante tantos año : Había una

«

lá-