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-- 14

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ro»,

y

«brillo continuo» r sp cti-

vam nte,

y

erán analiza la

/ ad lante al trat arse la de igna ion

pera

el dios de la tormenta.

É

te fu imaginado como un hombre fu–

rio o on la honda en la derecha

y

una porra en la izquierda. n el

t emplo del Cuzco - a

í

lo afirma.u los croni ta , ver p.

144 -

estaba su

imag n («bulto») de oro, qn habrá re re entado, seguramente, a un

per onaje humano ;

y

como Pachacuti, en sn lámina ilustrativa del al-

ar mayor, no dibujó un

per onaje

como dios de la tormenta, sino una

lí–

nea n zic zac, es decir, el id ograma

eitropeo

lel rayo, puede concluir–

e que e habrá olvidado de e ·ta peculiaridad tan importante del testero

<le Ooricancba,

y

que pu o en u lugar el igno del rayo corno estaba

acostumbrado verlo en España..

Re pecto a lo detalle del dio de la tormenta, gracia a los relato

que dejaran lo croni ta , ante todo el padre Oobo, llegamos a saber que

ra una constelación id "rea llamada

Bau hci

(«el hombre furioso»), tal

vez nue tra O a Mayor. Suponiendo siempre - claro está - que no hay

diferencia entre el lios del «Rayo» (Pachacuti) y el del «Trueno» (Oobo)¡

tratar mo lo párrafo de lo cronista referente a e te último.

Un dato le importancia cardinal e debe a un párrafo del padre Oobo,

quien e crib . (III, pp. '

1-333):

«

P

pués del Viracocha y del Sol daban a e te su dios

f

el trueno] el

terc r lugar en veneración. Imaginaron que era un hombre que

estaba

en el cielo fornicido d estrellas

1

,

con una maza en la mano izquierda y una

honda n la d recha, vestido de lucida ropa , la cuale daban aquel

r plandor l l r lámpago cuando e

re-\~ olvia

para tirar la honda; y que

1 tallido della cau aba lo trnenO' , lo cuale daba cuando quería que

0

aye~

e 1 agua. Decian más, qu por medio del cielo atravesaba un rio

muy gran l , el ual elic laban ser aque11a cinta blanria que vemos de de

acá abajo, llamada Via láctea; obre lo cual :fingían un mundo de dispa–

rate que erian largo de contar. Deste rio, pue , tenian creído tomaba

1 a ·ua que derramaba obre la tierra

2

i

La ba tardilla es de no otros.

2

El li tingui lo abio ecuatoriano, clou J. Jijón

y

Caamaño, en carta transmitida

p r 1 do tor Ma.x Uhle, me omunica que lo indios de la hacienda de Chillo «(uno

mil do ci nto indio ele pura angre que hablan quichua y gustan poco de la cultura