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(p.
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cual no tenía hue o
»;
García (p.
33 2), como un
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A este re pecto puede citar e también un proce.. e iniciado n 1631 contra un
indio de Santiago de Carguamayo (Perú), por haber
h
ch a media noche una can–
delada con mucho sebo,
y
haber pue to mucha coca y hicha
y
cuyes y muchos pla–
titos de piedra lisas que ofreció a « , u eñor dio el cerro llamado Mulloyanac
» ·
ver
Idolatrías de los indios
Wa wa
,
en
Inca
r vi.
ta trim ,Jtral
d
lógicos,
I
p. 661 , Lima,
1923.
udio
an ropo-
2
Los etnóloo-o moderno también opinan re. pe o
al
cuerpo humano, que
par~
el hombre primitivo no hay u cluali mo de cuerpo y, alma, ino que el cuerpo hu–
mano, ante y de pués de la mu r e, e un a ola co a (ver :
CHRI!:UER
Das Recht
der Toten,
en
Zeit1chrift fiir vergleichende Rcchtswi 8enschaft,
XXXIII, p. 367, 1916
A.
I IGIU1A 'N,
Totenlcu,lt nnd eelengla1tbe bei afrikanisohen
Volli
ern,
en
Zeitsoh1·ift.
fii1· Ethnologie)
L p.
1-3,
Berlín, 1918, de donde hemo tomado el título anterior).
3
He ahí el á.rraf completo de Gregorio García . obre el famo o
11:
«Dicen lo indio que al principio del mundo vino por la par
epten rional n
hombre llamado Con, el cual no t nía hueso niervo ni miembros, v p r el consi.–
uui nte cuerpo; y así audaba mucho y era muy lig ro. A ·ortaba el camino abajando
las ierra
alzando los valle con Qla su volun
a.<.l
y palaLra, como hijo del . ol
que decía er. Llenó lDJ tierra de homl>res y mujer qu crió,
y
li
'le mucha fruta,
fru o
y
pan con todo lo demá necesario a la vida humana. P ro p r ierto enojo
que tuvo contra lo que vivían en los llanos
y
·co ta del mar del Sur, vol i6 aquella
región que antes era fértil, al gre
y
amena, en arenale. triste , ecos
y
e tériles,
cuale on los de aquella osta. Quitóle la pluvia del cielo que nunca más llovió,
dejándoles olament lo rfos qu bajan de la ierra para , n bel ida r gaclío ele los
frutale y paue. .
»