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EN

I.A

TfERRA DE LOS INCAS

135

<:Oil

un atre de desprecio cua.11do le presenté las órdenes del

GolJielllO

a.

to(I(J::; l os

l'¡·efu :10S,

Subprefectos

y

Goberna–

dores

para

apresar

y

ellcnrcPI :.ü· a todos los .Pmpleados in–

cumplidos de las postas, qnc dejasen de proporcionarnos

aballos y mulas conforme

a

la lt-ly. 'fampoco pude obte–

ne r

11inguna

i~1formacifm

satisfactoria de los hombres y

wujPt·es allí pre:-:Pntes. Uno dijo que no había bestias;

ot.ro

,

que estaLa u

..

muy arriba.",

proyectando sus labios en la

direcci(>n

df'

los cenos de enciUJa;

un

tercero dijo que esta–

ban

''IJJUY

lf!}o::;",

y

estiró sus labios río ahajo. En lugar de

a ¡ .

>Unt.at

· un objeto con la mano o el dedo est.a g·ente lo hace

cou

los labios

.r

co11 un moviwiento de cabeza en la direc–

ción que

(jUiereu

iudicar·. l'erd í media hora reconviniendo,

allleuazarHJo

.Y

suplicando alh:rnativamente sin conseguir·

nada

sati:-.faetoJ

·io, y volví

a,

l;-t hacienda con la triste con–

,·icción de que tendríamos qne quedarnos por un tiempo

iudefinido , quizás hast.a qne comenzaran las lluvias

y

fuet·a

impusib le pn::;;¡r los J·íoB cat'Q.'H.<los en nuestro camino. l'ero

uue:-;t¡·a Lnenn. ho..,peJera. vino en !ilUestro socono

y

envió

<J.

sn

mnyordow

con cuatro ruozos in'tt

1

épidos,

a

La Banca,

e n compañía de

J gna~·

,

con orden de buscar las mulas

y

traerla¡¡¡

<-Lq

uella o he,

m

o

E'n

efecto lo hicieron 'por

Ht

fuerza.

En la maña a sigu iente.,

d

de la post.a hizo su aparición,

muy granad

1'0

oncÍO~'~O

y

Obsequioso. Nosotros no le

prestamos atenci(>Il, rehusamos todos sus

ofrecin.iient.os

de

al'ist...ucia

y

rechnzamos su petición de pago doble, fundada

cu nuestra prollle:-:a.

de

dos días antes. Le abonamos el mi–

nimua permitido por la ley

y

le confortamos asegtuándo

de que d.-u-íamo" cueuta. estricta al subprefecto de Aban-

cay.

·

H .... se n<'gó a acompañarnos e 'insisti6 en ir a Huayna–

rina

y

pasar allí a nado el río. Tampoco aceptó el guía

y

at-Oisteute que le ofrE>cimos.

Le

dí tin salvavidas de jebe, y,

con In g·mta seguridad de qne llegaría primero a Curahilasit

t-mpretHlió su camino. Nunca lo volvimos a ver.

Los grandes

·y

hermosos caminos rea.les consú-uidos pdr

los loras

1:1.

tn.1 vés de todo el impel'io qne radia.ban al Norte,

al Sur, al

l<~st,e,

y

t

1

Oeste de la imperial ciudad del Cuzco,

ele

lu8

cuales no::; hablan los cl'Onistas

y

los b istor·iador·es

que

Jo¡.¡

siguen, si alguna vez existier<>n en el Centro

y

Sur del

Perú, han desaparecido, dejando aquí

y

aculli sólo cortos

tnunos o ft agrnenl'Os que apenas .puPden justificar las ala–

banzn.· ex t t'8Yfi(?,'Ftlltes de que h an

~'ido

ohjAto.

L~te ~endas

modertPlS pnl'a nmlas,

u~al

ll amadas caminos, deben seguh·