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EN
I.A
TfERRA DE LOS INCAS
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<:Oil
un atre de desprecio cua.11do le presenté las órdenes del
GolJielllO
a.
to(I(J::; l os
l'¡·efu :10S,
Subprefectos
y
Goberna–
dores
para
apresar
y
ellcnrcPI :.ü· a todos los .Pmpleados in–
cumplidos de las postas, qnc dejasen de proporcionarnos
aballos y mulas conforme
a
la lt-ly. 'fampoco pude obte–
ne r
11inguna
i~1formacifm
satisfactoria de los hombres y
wujPt·es allí pre:-:Pntes. Uno dijo que no había bestias;
ot.ro,
que estaLa u
..
muy arriba.",
proyectando sus labios en la
direcci(>n
df'
los cenos de enciUJa;
un
tercero dijo que esta–
ban
''IJJUY
lf!}o::;",
y
estiró sus labios río ahajo. En lugar de
a ¡ .
>Unt.at· un objeto con la mano o el dedo est.a g·ente lo hace
cou
los labios
.r
co11 un moviwiento de cabeza en la direc–
ción que
(jUiereu
iudicar·. l'erd í media hora reconviniendo,
allleuazarHJo
.Y
suplicando alh:rnativamente sin conseguir·
nada
sati:-.faetoJ·io, y volví
a,
l;-t hacienda con la triste con–
,·icción de que tendríamos qne quedarnos por un tiempo
iudefinido , quizás hast.a qne comenzaran las lluvias
y
fuet·a
impusib le pn::;;¡r los J·íoB cat'Q.'H.<los en nuestro camino. l'ero
uue:-;t¡·a Lnenn. ho..,peJera. vino en !ilUestro socono
y
envió
<J.
sn
mnyordow
con cuatro ruozos in'tt
1
épidos,
a
La Banca,
e n compañía de
J gna~·
,
con orden de buscar las mulas
y
traerla¡¡¡
<-Lq
uella o he,
m
o
E'n
efecto lo hicieron 'por
Ht
fuerza.
En la maña a sigu iente.,
d
de la post.a hizo su aparición,
muy granad
1'0
oncÍO~'~O
y
Obsequioso. Nosotros no le
prestamos atenci(>Il, rehusamos todos sus
ofrecin.iient.osde
al'ist...ucia
y
rechnzamos su petición de pago doble, fundada
cu nuestra prollle:-:a.
de
dos días antes. Le abonamos el mi–
nimua permitido por la ley
y
le confortamos asegtuándo
de que d.-u-íamo" cueuta. estricta al subprefecto de Aban-
cay.
·
H .... se n<'gó a acompañarnos e 'insisti6 en ir a Huayna–
rina
y
pasar allí a nado el río. Tampoco aceptó el guía
y
at-Oisteute que le ofrE>cimos.
Le
dí tin salvavidas de jebe, y,
con In g·mta seguridad de qne llegaría primero a Curahilasit
t-mpretHlió su camino. Nunca lo volvimos a ver.
Los grandes
·y
hermosos caminos rea.les consú-uidos pdr
los loras
1:1.
tn.1 vés de todo el impel'io qne radia.ban al Norte,
al Sur, al
l<~st,e,
y
t
1
Oeste de la imperial ciudad del Cuzco,
ele
lu8
cuales no::; hablan los cl'Onistas
y
los b istor·iador·es
que
Jo¡.¡
siguen, si alguna vez existier<>n en el Centro
y
Sur del
Perú, han desaparecido, dejando aquí
y
aculli sólo cortos
tnunos o ft agrnenl'Os que apenas .puPden justificar las ala–
banzn.· ex t t'8Yfi(?,'Ftlltes de que h an
~'ido
ohjAto.
L~te ~endas
modertPlS pnl'a nmlas,
u~al
ll amadas caminos, deben seguh·