LA Tll'JRRA DE: LOS INCAS
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tl eult o
nÚ JI
por un boBque vigoroso de oli vos Aih·estre!:l, ca–
ITizo:o;;
y
mftt u rru !Pt-.. l'roJJto pe11etramo:;
en.elbos•¡ue
y
ha–
jaud o t.oda v-ía Laj o la
fl-e~ca
suiUbra
y
entre
1·oca~
húuJe–
das
y
mu:<go::; as Jl t-'p;amos al río que es uu torrente fue1·te
y
rápido
entrin.dl•JH>i
el
tJ ¡~s hi e lo.
Bl vauo
e~
un aneho rema.n–
S•>
con
e~pnc ios
ll a no" bolla dos en las or·illas que demues–
tl'an que
~0 11
un snio fav, ,¡·it.o de descanso para los arrieros
y
viajeros. A sólo pocus ya rdl:lis más a bajo el río da un brus–
co
s~Llto
por un
p··~eipido
de gran alt.ura y en una se1·ie de
cascadas en la obscur·a quebrada, cae eo el Apu1·ímac. ues–
tro al'l'ie·ro nos dijo que l1Abía osos en los matorrales de en–
cima, pero no viruo::; mása.uimalesque un zorro de color ama–
rillo grisáceo que
en ~ eñando
el hocico por un instante des–
apareció enseguida detrás de una roca próxima. Un sitio
umbroso como éste rara vez se encuentr·a en el Perú
y
por
consiguiente no teníamoR ganas de dejarlo para seguir nues–
tra~larga
y
peuosa
asl'em'~ión
a La Banca.
No obstfwt a a scemiión se llevó a r bono sin mucho
e~fnerzo
de nue 't!'as n-ul-as Je ca1·g·a, algut a
de
la$ cna les
se r·indierou en
t.
¡
rmeb· . Antes do ll ega 1· a la s casa s de
po:;ta, situadas en nn e:;pecie de r·epi:;a en
el
cel'l'o, pasa–
mus por un gTnp• de n olles
~'
ot.ros Í1rboles ali)uentados
jJül'
uu peC]ueño uwuantial
·ezum~;J. o tJe.
Aquí se encut'ntr·an
las
paredt->8
de adobe, grisP-S
y
ruinbsas d,e un Inca-tambo,
con sus puertas y venta nas de estilo
e~i
pcio. Estas ruinas
indican aparte de la confor111a.ción físi c<L del país, que no8
eucontramos
todav.íaen la g-ran ruta de comunicaci6n entre
el Cuzco
y
la.s JJrovincias del Norte del lmperio Incaico. Un
escalamiento forzado de un banco prPcipitoso nos condujo a
las chozas de La Bauca,
y
bajo la ts0111bra de los árboles
que tan románticos nos parecieron uesde
el
otr·o lado del
gmn barranco. Vimos que pertenecían
~1
una gmn
acequia
que se extendía desde el pie de la línea de nieve en l11s grao–
des montañas de Vilcaconga .Y qup, irrig·aba la hacienda Be–
llavista, cuyos propietarios la habían restaUl·ado sobre la
línea adoptada por Rus construetores origina1·ios los Iilcas.
Conduciendo la
acequia.
sobre an.:os por encima de una de–
presión en el cerro, consiguiernn distribuir el agua
a.
mayor
altura que lo hicieron lus Incas
y
hacer p,roouctiv!}, una
mayor ex tensión de t eneuo.
' '
En
e~te
Jugada cresta del cerro tiene
~a
Jorma <je una
cncbilln
y
las chozas api.ñadas de La Banca fueron constr·uí–
dus, a falta de espacio, en parte contra los arcos
.Y.
eu parte
debajo de ellos. La.s quebradas de uno y otro lado tienen
millares de pies de profundidad,
y
de pie en la cuchilla
::¡e