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LA Tll'JRRA DE: LOS INCAS

131

tl eult o

nÚ JI

por un boBque vigoroso de oli vos Aih·estre!:l, ca–

ITizo:o;;

y

mftt u rru !Pt-.. l'roJJto pe11etramo:;

en.el

bos•¡ue

y

ha–

jaud o t.oda v-ía Laj o la

fl-e~ca

suiUbra

y

entre

1·oca~

húuJe–

das

y

mu:<go::; as Jl t-'p;amos al río que es uu torrente fue1·te

y

rápido

entrin.dl•

JH>i

el

tJ ¡~s hi e lo.

Bl vauo

e~

un aneho rema.n–

S•>

con

e~pnc ios

ll a no" bolla dos en las or·illas que demues–

tl'an que

~0 11

un snio fav, ,¡·it.o de descanso para los arrieros

y

viajeros. A sólo pocus ya rdl:lis más a bajo el río da un brus–

co

s~Llto

por un

p··~eipido

de gran alt.ura y en una se1·ie de

cascadas en la obscur·a quebrada, cae eo el Apu1·ímac. ues–

tro al'l'ie·ro nos dijo que l1Abía osos en los matorrales de en–

cima, pero no viruo::; mása.uimalesque un zorro de color ama–

rillo grisáceo que

en ~ eñando

el hocico por un instante des–

apareció enseguida detrás de una roca próxima. Un sitio

umbroso como éste rara vez se encuentr·a en el Perú

y

por

consiguiente no teníamoR ganas de dejarlo para seguir nues–

tra~larga

y

peuosa

asl'em'~ión

a La Banca.

No obstfwt a a scemiión se llevó a r bono sin mucho

e~fnerzo

de nue 't!'as n-ul-as Je ca1·g·a, algut a

de

la$ cna les

se r·indierou en

t.

¡

rmeb· . Antes do ll ega 1· a la s casa s de

po:;ta, situadas en nn e:;pecie de r·epi:;a en

el

cel'l'o, pasa–

mus por un gTnp• de n olles

~'

ot.ros Í1rboles ali)uentados

jJül'

uu peC]ueño uwuantial

·ezum~;J. o tJe.

Aquí se encut'ntr·an

las

paredt->8

de adobe, grisP-S

y

ruinbsas d,e un Inca-tambo,

con sus puertas y venta nas de estilo

e~i

pcio. Estas ruinas

indican aparte de la confor111a.ción físi c<L del país, que no8

eucontramos

todav.ía

en la g-ran ruta de comunicaci6n entre

el Cuzco

y

la.s JJrovincias del Norte del lmperio Incaico. Un

escalamiento forzado de un banco prPcipitoso nos condujo a

las chozas de La Bauca,

y

bajo la ts0111bra de los árboles

que tan románticos nos parecieron uesde

el

otr·o lado del

gmn barranco. Vimos que pertenecían

~1

una gmn

acequia

que se extendía desde el pie de la línea de nieve en l11s grao–

des montañas de Vilcaconga .Y qup, irrig·aba la hacienda Be–

llavista, cuyos propietarios la habían restaUl·ado sobre la

línea adoptada por Rus construetores origina1·ios los Iilcas.

Conduciendo la

acequia.

sobre an.:os por encima de una de–

presión en el cerro, consiguiernn distribuir el agua

a.

mayor

altura que lo hicieron lus Incas

y

hacer p,roouctiv!}, una

mayor ex tensión de t eneuo.

' '

En

e~te

Jugada cresta del cerro tiene

~a

Jorma <je una

cncbilln

y

las chozas api.ñadas de La Banca fueron constr·uí–

dus, a falta de espacio, en parte contra los arcos

.Y.

eu parte

debajo de ellos. La.s quebradas de uno y otro lado tienen

millares de pies de profundidad,

y

de pie en la cuchilla

::¡e