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l3o

EXPLORACIÓN E INCIDENTES

DE

VIAJg

dia toda la noche armad<;>s hasta lor. dientes.

I

nos bul>it>rá

ido mal de otro modo, puc¡..; iittenta.ron varias veces espfln–

tar

y

lle\' arse nue:'ltros animales. Nos aleja.mos

muy

tem–

prano con la satishcción de escapar de un lug-a t'

de

la peor

reputación en el Per6. (

1)

Nuestro camino zigzaguea alrededor del pico elevado de

Mollapata

y

su be ha.sta el n u.c imiea to de cada grieta que se

a bre en sus fa ldas, luego vuelve hacia el punto

dt>

pnrtida,

de tal manera que en un a caminati-1 dP dor.; millas uo se

avanza Rino unos cuantos centenare¡;¡

cl8

vara . La monta–

ña es cada vez más precipito"a

y

por fin nos Pncont.ramos

en una angosta repisa, gastada por el pa¡..;o rle las mulas

en la ladera,

y

más allá, en la distancia,

desc uo¡:imo~

dPba–

jo de nosotros el río Apurímac, que apa reee apenas co–

mo nn arroyo.

Después de dar la. vuelta a la mitad de la circunferencia.

del ceno d . 1ollPpat.a. llegamos a b-1s a lt.nra¡..; de un a pro–

fu nda quPbracla c¡ne lo separa de otro ce·l'l'o en cuyas lade–

ras distinguim

l~

col r;'\fll'l,s t Pjns

e

t:'

los tech

s

de la dila–

tada haciené1.

de

Rél avi,ta, rodeflrla de campo Yerdes

de~

1-

falfa.

y

g•·andes parcelas a111arilla ' de caña de azúcar.

A

una, legua.

a

la de-t:echa. rl e

1 ,~

h'fteien da :'le ve una se r·ie rle ar–

cos que se ex-:tíenilen

a

tt·flovés <le

1~na

(lPIH·e¡•il'ín de la cresta

. d el Cel'l'O,

-1

an

O

par

c iriOS~

lo::; que travieRan

Ja

(iam–

piña Romana, y un g:rnpo de ch.Jzas, que ttnes

t.ro

a rriero di–

jo qne era la casa de la posta de

La

P. :10cn a dond e nos di–

rigíamos. Aunque ya Pstábamos acost.nmbrn.dos a los ma–

ravillosos recodos, entrantes

y

RaliPntPH de los viajes por

las Sen·anÍa$ del Pe1·ú, no..; p t·egnnt.a mos cómo habíamos

de piJ.sar, la obscura

y

pt·ofnnda. quPbrada c¡ne nos sepa l'ft–

ba de La

Ba.nf

'a, con su s la deras pendientes

y

en algunos

sitios completamente precipito as. Fnts un proced imiento

largo

y

cansado ciertamente. Seguimos una senda d elezna–

ble qnf> fn.lrleabfl la ladera de la quebrada, ret.rocPrliemlo

ac¡ ní

y

acnllá

y

alcanzando d9spués de una set·ie de ásperos

zigzags un descen:so dfl cien o

máR

piP, por· sitios en que un

niño podría lanzar un guijarro al fondo del abismo contra

la

caba.lg-

ata.. DP:-;cendienrlo así

graclualnHmte

nutst.ro

ca.

'mino hacia la cabecera .rle la

qnebrR.da

llegamos finnlmente

a.

ur. punto en donde.escuchamos el ruido del río de La Banca

! , ,. .

(t)

Bs posible' qtre se t ra te de una broma a les gringos y en el peor de

to11

casos

el

conato fué de hurto pero no de asalto ni de robo. - N . del T .