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EXPLORACION E INCIDEN'J'ES
DE
VIAJE
óel promontori0, desde donde er·an emnnjarlas y deslizaOas
al fondo del valle que se encnPnt¡·a,
cllH
111il pies más bajo.
~~~
plano in clinado est,á visiblemPnte g-n,;tado por el deRcenso
de las piedra s.
I
a nuestro rl!rcilPdor yacen piedras canteA–
das que la llegHda de )m.; espa,ül))ps impidió a los antigno:,;
obrf'ros llevm·Ias al sitio de sn destino. No t,n:LtarP. de
ex–
plicar cómo estas pied ras enm
tra~ladadas
a la
llh:~ta
a
través del
l'ÍO
rápido
y
turbulento en cuyo lecho permane–
cen aún algunas. Volviendo por el ca mino el e la cantPra,
encont,ramos a menudo bloques de pór·tido parcial o en t.e–
J·amente labrados, en medio o a los lados del camino. A in-
1Rrvalos se ven choz11s rústicaR y señales de intentos de cul–
tivo en pequeñas
área~
entre las rocas.
A dos millas de aquí vf'mos eleYándose fnmtP. a noso–
tros
y
extendiéndose a través ele la cabecera de
l ~t
qudm:tda.,
clos enormes muro:;; de piedrfl de rnáR ele un
cnart,~ldem illfLde
largo
y
de treinta a Gincuen ta
piP-t-~
de alto, que son lm; m u–
J·os de retención de la · tenazas dest.inadas a recibir las
gmndes ro('as qne el hombre
1
o f'l tiempo
o
los tenemotos
pudieram sacar qu,cio o aJ·rancar de los acantilados de
pórfido de Pnci
e,
·mpedir· que se precipiten por la empi–
nada pendiente de la quebrad;=t
ha~
liJ¡
el fcmd0 del valle, don–
de, al parecer a nlleRtros mi:-¡mos pies distinguimos los tPja–
dos y las o.-hozas apiñadaR de la más rica hneienda ele Ollan–
taytambo. Apilonadas sobre las ten•azH.s so::;teniclas por
et-1to:o:
macizo~
mums, inclinnclús parfl adentr·o haciR la mon–
tHña, para asegurar mayor resi stencia, hay una masa con–
fusH de millares de bloques de pórfido, como si un glaciar
se hnbif'ra convertirlo en piedra. Algunos de elloR, en sn des–
censo han arrancado porciones de lo:;; mnros dest.inadoR a
detenedoR en su vertigin0sa caíd a. Pocos han
pnsn.clo nm–
bas barreras y están amontonados dPbajo de la
iufp¡·ior
en
situación que amenaza una final zambullida en el valle son–
riente qne se E'ncuent,ra a tres mil pies más abajo.
Encaramadas sobre las 1uás gTandes Je eRtas rocas ha)'
algunas docenas de pf'queños edificios un tar1t.o
parecido~
a lAs chulpas del Collao, pero apenas m{ts grandes qu\l las
casitas que hacen los niños por jueg0 . Son de piec1ra bruta
y barro, con techos o mejor dicho con bóveda;;; de piedras
planas imbricadas como las tejas de una casa moderna y
que sobresa,len de las paredes a maner·a de una, tosca co rni–
::~a.
Algunas de estaR curiosas construcciones son cuadra–
das pero la mayor parte de ellas son redondas, de cuatro a
cinco pies de alto
y
poco más o menos otros tantos de diá,–
metro, todas con pequeñas portadas que por lo g·eneral se
abren hacia los riscos escarpados
y
amenazadores. Unas