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Francisco de los Cobos. "M!irad Francisco, dijo el
rey, que con esas cosas del nuevo Mundd anda el
mundo revuelto y han dado mis vasallos en la ma–
nía de darla de pedigüeños. Sólo a vos no os he
oído decir ''esta boca es mía'''. Pedid F1rancisco, pe–
did alguna gracia en ultramar; ya sabéis cuánto
os estimo y placer tendré en serviros.
__e e
Su Majestad 'Imperial, con tanta bondad me
anonada, -
repuso Cobos, y sólo me atrevo a soli–
citar medio real sobre cada marco de plata que en
vuestras reales ·Cajas de Potosí sea presentado para
su registro.
-"¿Tan poca cos-a os sati face? -
dijo el rey.
-
Concedido está. E,xtended al momento la cé-
dula".
-Y fué así, -
aO'rega
i acompañante, -
co~
mo llegó a Poto1>í c"ertb
ía tlel año 1-79 la real
orden que puso
Cobas, a la vuelta de pocos años,
en poder de u a ortun de diez
y
seis millones ...
-Es deei:v
1
-
arguyo a
mi
vez, -
que el origen
de estas prebendas, traducidas hoy en favoritismos
presidenciales que se llaman
e e
estancos''
y
otros ga–
jes, ya estaban en la moral de don Carlos? ...
-¡Y con qué proyecciones
! . . .
Figúrese usted
que los darechos de ·Cobos siguiéronse cobrando por
dos siglos y medio, hasta bien entrada la Repú–
blica!
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No hago mis cálculos sobre la buena suerte que
tocó a la generación de los Gobos, que por cierto
arrastrará algún escudo nobiliario en la Penínsu-