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y
de azul.
~ecorremos
las calles, las tortuosas ca–
llejas toledanas, cuyos guijos lanzan chispas bajo
el herraje de las cabalgaduras. Después del extra–
muro, salpicado de ventas
y
pulperías, pasamos a
la C'iudad muerta, al Potosí que precedió a la re–
Yentazón de las lagunas, en donde los ingenios ru–
dimentarios de la época, se insinúan en el vestigio
de sus canchones
y
la acequia por donde bajó el
agua parlera y torrencial a mover sus turbinas.
l\fás allá, los muros polvorientos de la p.rimer igle–
sia franciscana, se quejan del rigor de tres centu–
rias, pesando sus enormes adobes sobre el quicio
de los so m·tales sin que la piedad de la hiedra o
el jaramago, ponga su elegía sentimental. Eis un
girón vi ·ente del Poto í
prim~tivo,
en cuya pila
bauti m
e bañó el alma aventurera de los con–
quistadore al eonjuro valeroso de
Vill~1Tuel
y
Je
enteno, mie: tras la opulencia de la montaña en–
tregaba s
-e oro al t;roquel i;mperial, T)ara asegu–
rar su linaje en l
iere-za in<ilomada de los leones
de Ca tilla. Si ue al ruinoso solar, el Huaina es–
curridizo, hecho un reptil sobre su cama de ripios
recuerdos histór icos, sus leyenda s y tradiciones y los
tesoros que' encierra.
"Será un libro que llamará la atención del mundo cien–
tífico y literario y que contribuirá a ciment ar la muy
mer ecida fatr..a de que goZ'a ya su inteligente e ilustrado
autor. Ser á también ese libro un eslabón más en la cade–
na de recuerdos y simpatías que desde antaño liga a la
pat ria de San Martín y Belgrano con la de Saavedra y
Monteagudo.
"Despedimos al distinguido publicista con nuestros
más ar dient es votos por la unión
y
confraternidad at:gen·
t ino-boliviana" .