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arbitrio administrador se ajustaban los destinos de
la Villa, se ope,ra una poderosa reacción, tendien–
te a garantizar su afianzamiento político.
Ibáñez, con un grupo de sus amigos, se toma
u;na tregua en el profundo vallecito de Mataca,
en la finca del extremeño don Galixto de Vas–
concelos, ·COn euya hija, doña Leonor, se casa. Es
poética la nota de
esta~
epitalamio, que diz un au–
tor recogida de los decires de uno de los cronis–
tas de esta medioevo; y tentado estoy de repro–
ducirla, tan vívido y tan fecundo en gracia pue–
blerina es el expresivo ceremonial de estas bodas
e aquel casería ·de Ulti, con su fraile gallego,
su:s donosas zagalas
:y
la melancolía de las
flau~
tas i d1g
s . . . Pero la dese:nipción del episodio
ín,_rt"
.. por ende .,sentimental, no importa a los
perfiles biográficos del
call.d:il~o,
bajo su aspecto
marc· , aun :uando amor tan firme tendría que
ser e.p ogado, d!:lspué$, por la tragedia. Baste sa–
ber, .:para la historia, que Ulti se transformó de
finca geórgica en cuartel
y
maestranza, y en don–
de, al decir de un comentador, se dieron cita, en
disciplinada concentración, las huestes de' Ibáñe,z.
''Cual sobrecocía un coleto y componía una cota ;
cual, por no quedar con arcabuz y sin mosquete,
no reparaba en el precio excesivo que le p edían ;
veíase a la loca juventud, afilar espadas, aguzar
puñales, limpiar alfanges, prevenir rodelas, ase–
gurar broqueles y reunir mil trazas de armas pa–
ra acudir belicosos y con los aprestos necesarios
al lugar de la cita y volver, caballeros en brio–
sos corceles, a órdenes de Alonso, para atacar en
sus guaridas a los engreídos vascongados''.