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tra los vascongados, los cuales, creyéndolo así se
arrojaron
d~
los tablados y todos corrieron a sus
casas a tomar sus
ar~cabuces.
Y estando yru juntos
y armados, les dijo Alonso que nada debían te–
mer, pues venía de paz y no en son de guerra,
como ellos creyeron, y que su único deseo era dar
más brillantez y lucimiento a las fiestas prepara–
das en festejo del nuevo corregidor y de la Pu–
rísima rConcepción, patrona de la Villa. Cbn lo
que todos se calmaron
y
volvieron sosegados a sus
tablados y miradores.
'' •Estando ya todo en quietud y alguaciles, co–
rregidor y cabildo puestos en sus señalados mira–
dores, serían 1as tres de la tarde cuando se co–
menzaron a correr los
toro~;
y
habiéndose ya ju–
gado hasta
se~s,
s t ar o:n al
más
fer@z que había,
el cual dió vue t a a la plaza
derriban.doe hiriendo
a cuantos topaba. Y después de haber muerto dos
hombres y heri otros D.1teve, entró a la plaza don
Alonso de Ibáiíez so ra un caballo
brio.so: era chi–
leno, color castaño ; la silla era de filigrana de pla–
ta
y
los estribos de lo mismo. Traía vestida este
caballero una rica ropilla toda bordada de lazos
de oro y cubierta de aljofar; parecía esta sobre
tela de plata azul, que se veía por menudos
resquicios de una acerada cota. Esta venía guar–
necida los cabos en cerco con ricas perlas; cubrílll
su cabeza un rico sombrero negro; el plumaje era
negro; el penacho del caballo también negro. 'rraíru
en la diestra mano una gruesa lanza y en la
iz–
quierda una rodela; en ella estaba pintado el ce–
rro con las armas
d~
Potosí y en círculo el "non
plus ultra" con letras de oro fino. A un lado
del cerro estaba, en buena pintura, un castillo