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sangre,
y
unas letras que decían:
Por la liber–
tad se derrama". Jugaron alcancías, en tanto que
los arcabuceros di paraban y saliendo de la pla–
za haciendo un diestro caracol. R1etirados lo
ju -
tadores, se presentó la Fama sobre un ligerí imo
caballo, con rica corona en la cabeza
y
alas de vis–
tosas plumas ; dió una vuelta a la plaza y salió
también sin parar. Elntraron luego los naturales
indios con muchos instrumentos, hechos de cañas
huecas
y
cabezas plateadas, cuyo sonido, si no en–
fadoso, gustaba menos que el de los armónicos ór–
ganos llamados '' ayariches •·'. Estos indios, con sus
.caciques a la cabeza, luciendo vistosas galas y ri–
quísimos llantos de perlas
y
piedras preciosas, for–
maron en media luna esperando la cuadrilla del
capitán don
dro de .Andrade, también vicuña,
y
de
1
p
·inci,pales quien venía
riquísimamente
vestido, llevando pjntado en la adarga el cerro de
Potosí
n él unas cabezas de hombres que des–
de
l~cima
volteaban, cerro abajo, con una inscrip–
ción que decía: "si se alzaljon, ya .ca_yeron".
Y
últimamente, siguiendo a este fiero enemigo de la
na ción vascongada, se presentó, movido
por arti–
ficio, el gran cerro de Potosí, todo de plata, con
listas estnaltadas que mostraban las venas y des–
monte, el cual, por sus fuentes despedía
~h9rros
de olorosísimas agu-as que llenaban el aire de fra–
gancia.
De
pronto, abrióse aquella inmensa mole
y
saliendo de su seno cuarenta mineros fingieron
una escaramuza, bajaron del cerro artificial
a
la
plaza,
y
montanda en los caballos ya dispuestos,
jugaron cañas con la gente que don Pedro de
An–
drade capitaneaba.
Y
terminó con esto el reco–
cijo.''