PLATA
Y
.DHOXCE
-Cuenta. dijo :-ecamente Hugo. T e escucho .:on de–
voción:
si.~mpre
tuviste confianza conmigo. 1\;o ha d e se r
tan vergonzosa esta desconocida ilama pa ra que
la
ocultes
de mi.
-Siempre me ¡·eí ele los amores novf!lesco s que cm–
pi ::zan sin que el protagonista sepa cuando . E os erotis–
mos de folletín me producían una larga ri sa .
ca o. pen–
sé yo. no tiene uno el dominio de sus actos esp iritmules.
Por qné. una dirección sentimental, no se la ha ele poder
cambiar a voluntad?
Y
juzgué
s ~ncill~mente
iJT;sorias
esas tempestades incontenibles que pintan los nov-e'li stas
sólo porque el papel ill'erme no rechaza las nececlacl : s con
que maculan la albura ele ·u carillas. Lejos ele la vida.
ínera del sordo bataJiar de las codic ias qu e se desarrolla
en las c:uclades. ya pued es figurarte mi exi s tencia en este
retiro apacih:e. · Pu : des prever por lo tanto el rumbo ele
mis atrofiacas inclinaciones amorosas. Para qué he de
referirt-e m is conquistas? Las coliges .. ...
:Cn día. mejor una tarde. en una siembra.conocí a la
longa más hermosa que he Yi sto.
Y
cu : nta que las he vis–
to y simpáticas por centenares. Toda esta hacienda osten–
ta fama ele guardar las mejores caras de tongas el e la pro–
vmcta. Naturalmente comencé a sitiar a la india en la for–
ma acostumbrada.
Serí_a una forta·leza ele pudor m::ls sumada a las innu–
rnareblcs que había o::upaclo. La Íong:1 estaba ele novia.
Todos mis arclicles, mis trapacerías. mis promesas
se
~·strdlaron
en su resolución inquebrantable de no cejar
ante mis vesánicas argucias. La india re·sistía
y
resistía
victoriosaPJ::nt·e.
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