FERXAXDO CHAVES
:\1o conseguí someterla. Su timidez de paloma, su
arte inconsciente de encenderme · in que acercara los labios
sed ientos a u cuerpo intocadp. la defendieron. la colocaron
lejos
el ~
mí cada vez más ....
Pude emplear la violencia
y
hacerla mía. \ arias e–
ces lo in<:enté. Ordené que viniera a la hacienda
~·on
cual–
<¡uier pretexto. Fue mi única ·irviente muchos días. en
repetidas oca iones. Ella me sen ·ía en la mesa. arreglaba
mi habitaci ón.
y
en mis fingida s enfermedades de las no–
ches, ella me atendía y pasaba. cándida y solícita, los reme–
dios pedidos.
Y
a pesar el e mi resolución de po eerla,
de
mi rabioso deseo, nada obtuve. Cuantos subterfugios me
ha ensei'1ado mi ex periencia del ·'eterno femenino'' fueron
inútiles.
Yo
mismo me detenía intimidado, cobarde, i la
longa huía con sah·ajes remilgos cl:fendiendo su virginidad
en peligro.
Indeci ·o. sin saber la ruta. cuando la Manuela decía
con u voz fresca en la que palpitaba el mi·edo
"deja,
.niñu,
para qué
queris coger".
Cegaba. l\Ii renovado afún de conquista crecía. Una
man ía ya.
I
.a obl igué a qne permane:i·era en
h
hacienda
s in respetar nada. Esperaba sentirme valeroso para aspi–
rar el perfume de esa flor sirenaica y garrida. Esperé que
la lo:1ga a•! fin cayera ante mi s ofrecimientos ilimitados,
por codicia. por cálculo; ya que me temía y me r espetaba,
pero no me quería.
Vana espera. La india firme en su virtud
Haúl ponía una fúnebre tri steza en est e desgarro cana–
Uesco con que hablaba. Pero es !a
vercla.cl. Este es el
et: rno drama: en una u otra forma. que termina perpetua-
6o