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Raúl vibraba la cólera mal reprimida.
hipocresía del ministro inflamaba
nuó:
PLATA Y BRONCFJ
La avilantez y la
su ánimo. Conti-
-He recibido un recado urgentísimo ele gentes que
. in alardear de santas practic.:on mejor la obras de miseri–
cordia. Me han dicho qne los del pueblo se reunían para
asaltar la casa ele la maestra. He venido
«
defenderla
porque me 1;arece abominable que se ataque a una mujer
sola. \ ' he venido resuelto a tocio. Don Sicionio. Usted
puede vedo por mis ataYÍos guerreros ..... .
-Es la verdad--masculló el misacantano.
-E~as
malas pécoras de las At)tÚnez han ele ser las
cJ.elaviso-gangueó una vteJa. Ya la pagarán.
-Cree. señor Raúl. que no hay motivo para que la
saquen a esa señorita de aquí. ¿Si el pue.blo no la quiere?
- deslizó .e] cura malignamente.
-No quiero discutir este asunto sobre
el
que no nos
pondríamos de acuerdo.
l';"
ada tengo que ver con que el
¡nt·ehlo la qttiera o no. cosa que está por averiguarse. Esa
chica que a
Pti
me parece ititeligente
y
digna. puede salir
ele Torrebaja. si le abotTecen de semejante manera .
Las viejas ahogaron t·isas maliciosas.
- J'ero lo que no puede consentir una persona ctvl–
litada es que se hagan .estas demostraciones estúpidas de
cohai'Ciía .......-])I'Osiguió Raúl viendo a las estanüguas
con asco.
-Así es ..... -afirmó el cura.
l.' no
de los Yejestorios quiso interrumpir. murmura–
dora
y
procaz :
-Señor Raúl. si esa mujer ..... .
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