PJJATA Y BRONCE
XV
1-Ingo se quedó perplejo ele pronto al 1mrar el turbión
ei1
í
nrecido .
El m ayo rdomo y el escribteJltl'
se
atr::tsarr;n
c.onfunclicl os en la plebeya mare jada. La arcilla s in ideal
se alía a la arcilla en todas la'
transgresiones . .
~n
todos los
pillajes contra el espí1·itu .
,
-;\o hay tiempo que perder-pensó el joven.
Sus espolines de plata se hundieron en los ijares del
caballo.
Este clió un salto
y
r eg;do por la man o vigoro–
sa del ji nete hendi ó el tumulto como un dardo el aire
tré–
mulo.
.\tropellaclos los aldeanos retrocedieron dando pa–
so al aristócrata.
Se había engrandecido.
.'\ltanero y
orgulloso, la sangre prócera
ele los Cicles
que rompían
multitudes ele moros bullía en sus venas hinchadas.
Ce–
tina para él era una cima.
Las babosas del pueblo iban
a mancharla.
El.
el causante de la ;¡]gaTada funesta de–
bía anxiliarla. Hen·ores caballerescos estallaban en sus
nern<>. _
luso el caballo junto a la puerta
y
alzando la voz
\·ibrante preguntó:
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