PLATA Y BRONCE
de digitígrado. Si, es él. Se ha despojado del poncho
por milagro; pero conserva la bufanda
y
ella le descubre.
Ondea en el viento como una banderola
y
Rugo le ve.
El patrón carga la carabina restfburanclo su apostura
ele feligrés ele San Huberto. Con bala para que el vena–
do ni
chiste
al recibir la onza ele plomo en sus costillares
movedizos.
Se inquieta el animal. 'Quizá presiente el riesgo.
Deja de comer
y_
mira a las cornisas, desconfiado.
Nada descubre. En el lado ele Hugo ni al frente no
hay un movimiento sospechoso. Por entre las ramas ha enfi–
lado el niño la carabina y apurita. Igual cosa habrá he–
ho el Antonio.
Le tiembla el pulso al patrón. Intenta serenarse para
no malgastar el cartucho. .'\punta repetidamente y con
obse ión ele certeza. Recela que .\ntonio dispare antes
que él por temor de que el Yenado huya.
Y
apunta poi'
última vez con el ojo izquierd
J
casi cerrado.
Y
una
detonación asorda en los repliegue ele las lomas ....
El venado da un salto prodigioso. Siete o más me–
tros. La cabeza
gacha,
las piernas encogidas y el rabo
minúsculo erecto. Párase. :Mira a todas partes y em–
prende una carrera loca para coronar la cúspide del lado
opue to a aquel en que vió el penacho de humo del disparo.
Cn nueYO estampido le detiene. Es un segundo dis–
paro. que sale del fusil Yetusto ele don An tonio. Pega un
brinco descomunal et rumiante, corre una media cuadra en
la ladera. hacia el occidente. y cae.
Con
el
egundo tiro entran en escena lo tres perros
del viejo l:¡ue los azuza contra el cien·o. Se · Janzan a la
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