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FERNANDO CHAVES
do se afirmaron próvidas en un triunfo ele amor. fueron
farsantes y Yolvían sin tra.n ición a la aridez primera, a
)a inhospitalidad precedente?
Aún había remedio para su ataxia espiritual. para
la parálisis ele u alma.
l."n
remedio heroico, pero oja–
lá decisivo y eficaz.
En
todo caso. probable. Por qué
no intentarlo?
Afrontar a la víctima.
Percibir ele nuevo en esos ojos tn t1 imos la pesadum–
bre de la ofrenda. Tal vez ese estímulo le
clesper~ara
a la vida. sacudiendo la somnolencia de su cerebro entor–
pecido por la satisfacción
el~
un deseo inaccesible
y
tirá–
mco.
Si persistía su ruda
clisconformida.cl, si fracasaba la
droga salvadora y cruel. huiría ele allí, de la hacienda
melancólica a la ciudad risueña a e. concler en el antifaz
de las buenas maneras mundanas su carne lacerada. su
espíritu doliente por falta de dolor .....
Qué se proponía el jo,·en? i él lo podía dec'ir. Se
despertó ese día y comprobó una insensibilidad. una anes·
tesia desabrida en su alma. Los ejes ele su vida pasada,
descentrados y yertos, yacían sin .valor, arrinconado en
la sombra ele una remembranza clisfnminacla.
Y
él. jun–
to a la catástrofe de su sentimenta.]ic!ad se levantaba in–
diferente, flemáti co, ruin. Ajenos veía los impulsos que
le quitaron la paz de las horas idas. Hoy, esos acicate
le dejaban quieto. cansado .... . .
Frente a esa paz se ensanchabé].n dos caminos. Rom–
perla, aguzando las flechas embotadas de los motivos de
~m
tes y regresando al sufrir, al torturamieHto pasado.