FERNANDO CHAVES
san de diez seguramente; muestras de la
telas y las pin–
tas que quieren la mujer y las hijas que les traiga de Quito.,
cuando el · buen chagra se vaya; partida problemát-ic¡1,
pues no se sabe el día que se efectuará. Todo lo que el
chagra posee de importancia lo sepulta en su cartera que
es grande como una montura y rellena como una troje.
Y
el chagra todo juzga importante . . . . .
·
¿Está completo Don 1\ntonio? No. que aún no se ha
bta de su bufanda. Lna tira largnísjma y grasienta de
un burdo tejido de lana ordinaria que en · su longitud os–
tenta todos los colores del bizcochuelo. desde el amari–
ll o claro hasta el café oscurísimo. casi negro. Es hecha
en llumán y alcanza para dar yuelta al cuello ele su pose–
se:: en iorma
qu ~
el montón
de la bufanda. curpa di–
ría Don ,\ntonio. se con funde con las ba.rba
tiesa , in–
cultas. anarqui sta s del Yiejo.
Sin la bufanda el mayordo–
mo no Ya a ninguna parte.
Se incluye; e una parte del
sufrid o cuerpo del chagra a quien no le importan ni lo
soles abra ·adore ni el frío de las cumb1:e .
Hablemos de la navaja ele Don Antonio ..... Es ele
diez servicios
y .
tiene sierra
y
destornillador
y
todo ....
La mula del viejo. el mayordomo
iempre monta en
mula de vaquería, conocedora. no como lo
caballos mo–
dernos que gustan cabalgar los niños. desaparece bajo la
catedral de arneses..
fontura, lazo, alforjas. retranca.
petral, pellón y
el
acial que ese momento cuelga de una
argolla ele la montura,
y
despt~és
no se moverá ele la mu–
ñeca de su dueño. aun cuando él entre a la iglesia o coma
con los patrones. Todo cubierto por una capa de grasa
y poi
vo.
con un desconocimiento integral del aseo. La
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