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FERNANDO CHAVES
-Mantengo la oferta. Un venado ele porte de
uh
burro para tí.
-N') ofrezca, patrón-se le oyó decir a Don Antonio
que silbó a sus tres perros, puso la mula al trote, hizo una
señal ele despedida a su mujer y a sus hijos y se borró
entre las hojas ele los capulíes que orlaban la senda, en
seguimiento del potro que ya galopaba tascando el fre–
no con impaciencia.
* *
*
Raúl reflexionó mucho tiempo. Le sacudía los ner–
vios un estremecimiento cauteloso que se tornaba frío, un
frío peculiar. intenso
y
mortificante, que subía, subía has–
ta llegar al pecho oprimiéndolo con cien cuerdas invisi–
bles
y
heladas que cortaban la respiración
y
la vida
Se rehizo. Resolvió encerrarse en su cuarto. Allí,
esquivo y reconcentrado. se asomaría a su precipicio inte–
rior de pa.redes
fiágile~
y resbaladizas. Le torturaba
el cuerpo una sed innominada y
urgent~.
Un descabala–
miento ele las enegías vitales. No era ansiedad, ni har–
tazgo, ni esperanza, ni nostalgia ..... Quizá un desabri–
miento pesaroso, un rechazo de los frutos ácidos de la vi–
da, pero reposado
y
calmo. Su Yehemencia era una cosa
pretérita, tan pretérita que le asustaba pensar que fue . él
el vehemente, el acicateado de otros días .....
Sin dolor, sentíase bajo el dominio ele la desapren–
sión, frívolo. superficial. Portaba el pasado en un far–
do liviano que no le estorbaba en el presente, porque ape–
nas si era tangible; humoso y lejano, ni dulce ni amargo,
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