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LINGÜÍSTICA COMPARADA

pasar de uno a otro es el beche más común. {Macmillan Brown,

The

la11guages of the Pacific,

p.

18) .

Res.pecto a la semántica, ya no te·ndremos dificultades de ninguna

especie, al reconstruir el significado originario y radical de la palahra.

Las diferenciaciones de diccionarios y cronistas, al puntualizar qu:e

awki

significa "príncipe" en el Cuzco, y en cambio "padre" en el $ur clel

Perú; tienen amplia explicación al estudiar comparativamente la histe–

ria del vocablo. li>in duda alguna, el significado radical es "ejercer pe–

der" y las aplicaciones peculiares de cada lugar ofrecen, de esta manera,

óptimos materiales al sociólogo que deseara descubrir relaciones de ge–

rontocracia, mayorazga o patriarcado. El hecho es que en la isla Mort–

lok el valor de la palabra se ha mantenido inalterado.

§ 3. He ido comentando los primeros números del glosarie de Pa–

lavecino para facilitar su entendimiento a los lectores, e indicar el in–

menso caudal de hechos idiomáticos y culturales que pueden deducirse

utilizando el material

repr~sentado

por los 65 números que hoy se pu–

blican.

Otro fin me he propuesto también: mosti;arles que el método es del

todo extraño a las alqui fas que han sido familiarizadas en los escritos

sobre lenguas a ericanas. Y a es tiem o de fundar. la lingüística com–

parada de esas lenguas sobre una base científka. Desechamos por prin–

cipio la indagación etimológica. Nuestros " hechos" son:

l.º

el glosario,

z.~

el

fonem~3-9

el morfema, en lo poco que consiente la escasa fle–

xión de estas lenguas.

ara el pr,ofano es neces-ario insistir en que las

leyes que empleamos tienen esta diferencia con las leyes fonéticas mani–

puladas por Falb, Mossi, López y Patrón, que nos han precedido en

el estudio comparado del Quechua: que las nuestras son conocidas y co–

dificadas

para el conjunto de idiomas del océano pacífico

por los escri–

tores modernos que se han ocupado del grupo melanesio;-polinesio,

T rombetti, Gatti, Forander, 'Macmillan Brown, y demás.

En cambio las leyes fonéticas de aquellos autores representaban for–

mularios elaborados exclusivamente por ellos mismos, y adoptad·as para

postular las correlaciones que habían pre,concebidq. Típico es el caso

de López, el cual afirma la procedencia helénica del nombre "quechua",

o "heshua"; de

yfí,

tierra;

6c;,

tema de

clµL,

ser;

'ULÓc;,

hijo; lo que

daría

Gésuyós,

"hijo de la tierra existente, o indígena", y propone una

teoría

ad usum Delphi11i

para explicar las variaciones fonéticas que le

hacen falta.

§ 4. Cuando después de la palabra

toki,

que fué la primera en ser

determin¡¡.da, (ver paradigma A) en la pág. 352), como está dicho en

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