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ADDENDA

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de Pascua. En cuanto a la semántica, todas esas voces indican por cada

pueblo una especie particular de vestido, que en general es sin mangas y

en el Perú antiguo se aseguraba al cuello atrás y adelante por medio

de fíbulas trabajadas

(topu),

como lo indica la bella fotografía de una

india chilena actual, en Buschan

(lll. Volkerkunde,

l,

p.

421).

Para

ser más precisos, el verbo quechua formado con la desinencia

ay, abuay,

significa "tejer" . De 4hí que es legítimo asignar a la voz

k-abu_.

indu–

dablemente patrimonio común de los Polinesios, el significado de

"tejido" .

§ 2. De la misma manera será fácil entender la correlación del n. 7.

La voz quechua

Awki,

príncipe de sangre real, corresponde foné–

ticamente más a

auki

(N. Z.)

=

viejo, que a

Ariki,

príncipe, rey, alto

jefe. Sin embargo, todos conocen la afinidad de significado que media

entre "jefe" y "anciano": no solamente en las sociedades primitivas el ·

anciano es el jefe y soberano, sino también nosotros, como título hono–

rífico, empleamos el vocablo "viejo" en las lenguas modernas

(señor:

=

senior).

Veamos el prospecto:

ARIKI,

k(><ltÉú>

(TABLA C)

Aymera

ollik.

mondar. 111ri~.

jefe

pri~,ort,

·

re .

eHo

hok-aikl

aeñor.lorfkl.

;principe.

ofow

¡ ,

rincipe

mogénito.

) efe.

caaedo

(Cuzco).

1

a

kl,

principc real

1

1

ou~7."';:~~e

(dio-

ledo del Sur).

ouqui,

padre

Comenzamos a formular con la ayuda de este paradigma algunas

nuevas observaciones con relación a las leyes que regulan, en tan amplia

extensión geográfica, la trasformación de los sonidos. Vemos que en

el Perú ha habido la vocalización de

l, r:,

en la semilabial

w

(u),

lo

que constituye un fenómeno comunísimo en todo grupo lingüístico, y

cuyos ejemplos abundan en el indo-europeo. En las Marquesas, si pres–

cindimos del prefijo local, la palabra ha sufrido una sensible reducción

de sonidos consonánticos, quedando simplificada en

aiki.

En los demás

idiomas vemos demostrada la extrema afinidad entre los sonidos r y

l,

ya conocida en las lenguas clásicas, pero llevada a su máxima expresión

en los idiomas de Polinesia, de tal modo que muchos viajeros, al trascri–

bir los sonidos, han negado la posibilidad de distinguir uno de otro. En

esa zona, como lo sugiere un autorizado lingüista de Honolulu, la

l

asu–

me algo del

trill

de la

r:

y ésta algo de la liquidez de la

l,

de tal modo que

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