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LUCHA DE MÉTODOS
Por lo que concierne a los ritos funerarios, dejaremos que el Profesor
Elliot Smith considere como trasplantes culturales egipcios la costumbre
de celebrar libaciones'
y
quemar perfumes ante el cadáver,
y
rociar su ca-
por Griegos, Etruscos, Latinos, Galos, Germanos, Bretones, Escandinavos, en Asia
Menor, India, China y Japón, por los Argelinos y Achanti de Africa, y en América
por los
mounds-builders
de
Tennessee,
Ohio y Arkansas, por los
cave-dwellers
de
Mesa Verde, Navajos y Pueblos y por los indígenas del Paraguay, Brasil y Perú.
Hay varias interpretaciones de estos hechos, y ello depende en primer lugar del
considerar la cruz "con ganchos" como una variante o perfeccionamiento de
la
cruz
simple, o como una invención separada.
En lo que concier'ne a la cruz simple, es prudente quedarse con la opinión de
Ameghino, expresada en la pág. 19 de su
Antigüedad del Hombre
(ed.
Cult.
Arg.):
!.º,
que el signo fué universalmente conocido, porque es
la combinación más simple
de dos líneas rectas, y 2.
º,
que su significado ha sufrido variaciones.
(Nótese que en
este
asunto de la cruz, Ameghino adopta el método de la convergencia, mientras en
la
mayoría de los casos se inclina por la dependencia).
No tan simple resulta el problema de la Swastika, y los muchos etnógrafos que
han escrito acerca de ella están divididos entre dos opiniones opuestas: unos la con–
sideran como
invención espontánea realizada por varios puebJ'os
independient~mente,
y otros en cambio sostienen que su difusión en el mundo wmprueba la difusión
del símbolo desCle un oentro único, una verdadera
migration
'iies Syrnboles
según la
frase del Oonde Goblet d' 1viella.
Por mi cuenta, entiendo que la difícil cuestión no puede adelantarse con afir–
maciones, o actos de fe, en una u otra dirección, y que necesita observaciones analí–
ticas o analógicas que sitúen el problema bajo una luz más favorable. Por eso me
abstengo de postular fórmulas explicativas, en este
lugar, enviando al
lector a
la
monografía de GOBLET D'ALVIELLA,
La Migration des Symboles, "Revue d. d.
Mondes",
1889,
ay 12, con que el asunto de la Swastika quedó formulado para
la ciencia, y los sucesivos trabajos de WILSON, Thomas,
The Swastika,
Washington,
1896; SIMPSON, William,
The Swastika,
London, 1985; PARKER, H.,
Ancient
Ceylon,
London, 1909, ver capítulo
The origin and the signification of the Cross and
the Swastika,
pág. 643-665 ; MARQUIS DE NADAILLAC,
The Unity of the human
Species,
en
"Smiths. Rep.
1897", pág. 549-569.
Como observación concreta, me limitaré a consignar, ya que Elliot Smith
sos–
tiene el origen egipcio de
la
Swastika,
que justamente éste es el menos probable de
todos, pues
los
únicos
hallazgos de Egipto, deben
referirse, uno
(Naukratis)
a
objetos figulinos seguramente importados de Caria o Chipre, según el descubridor de
los mismos, FL!NDERS PETR!E,
Third Memoir Egyptian Expl. Found,
y el otro (Pa–
nópolis, en el Delta),
se
refiere a objetos fabricados por obreros griegos establecidos en
el vecino pueblo de Coptos. (FORRER,
Die Griiber u. Textilfunde von Achmin Pano–
polis) .
Hay más. Salomón REINACH,
Le mirage Oriental,
en
"L'Anthropologie",
Vl
(1895) , a raíz de la ausencia de la Swastika- en Egipto, Asiria y Fenicia, sostiene que
no hay que exagerar el significado del hallazgo de Hissarlich, y concluye que el sím–
bolo no es mediterráneo, sino que del
hinterland europeo
(Danubio, Tracia) ha llega–
do a Italia y Grecia.