CAP.
XII
DOS AMERICANISMOS
Sous qoelque face qu'on l'envisage,
le
probICme des
antiquités
américaincs
se
présente
avec
une
égale
obscurité. Ne le dissimoloos pas; cela tient en
puríe
a
l'incompétence des bommes qui s'en sont occupés.
H . BLERZY,
L'
Amecique aoant
C.
Colomb.
Al discutir las bases en que los a..mericanistas de
la
escuela helio–
lítica han fundado su te0r'a, ne he mencionado, siquiera, los argumen–
tos de orden religioso.
y¡
con toda intención. El campo de las inter–
pretaciones míticas
y
rituales, ha s'do en todos tiempos consagrado a
los vuelos del más cándido o timismo especulatívo.
Sería imprudente esperarnos en este terreno que la escuela de Man–
chester desplegara, en la elección de datos
y
enunciación de c¿rolarios,
un rigor científico que la misma no ha logrado demostrar en la indaga–
ción arqueológica
y
naturalista.
En cuestión .·de símbolos, no vacila Elliot Smith en asimilar la ser–
piente revestida de plumas que encontramos en México, a la combinación
uraeus-buitre de Egipto; ambas, según él, figuraciones solares ( 1) . Con
igual ligereza afirma que los dibujos cruciformes constituyen una prueba
de la irradiación de los Egipcios en el mundo
(2).
( 1)
Es oportuno
recordar
que
la
unión- del buitre,
~
, con el
uraeus,
!:i_ ,
es heráldica
y
simboliza el
imperio
unificado, siendo
el
primero
símbolo
del Alto Egipto,
y
el segundo del Delta. En cuanto al disco solar en todas sus encar–
naciones, significa el triunfo relígioso
y
la supremacía del viejo sacerdocio del nomo
Heliopolítano.
(2)
Dibujos cruciformes
se
encuentran dondequiera,
entre
los pueblos más
lejanos, desde el ornai o del escudo de los Niam-Niam, hasta las "tablillas de ofrenda"
calchaquí. Entrando a discutir acerca de la
Swastika,
encontraríamos que
fué
conocida