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LUCHA DE MÉTODOS
más,
el
apéndice nasal no termina en punta, y el escultor no ha olvidado,
esta. vez, las defensas.
Lo que importa conocer es que en Indonesia los caracteres del ele–
fante, cuya imagen llegara allí por medio de comercios y contactos con
el área Jmer, ya se encuentran con un grado notable de disociación.
Naturalmente, el
Karwar
de que tenemos noticia hace suponer la existen–
cia de toda una serie de creaciones y una gran variedad de trasformacio–
nes, más o menos antropomorfizadas. En cuanto a la antigüedad de
dichos motivos en los mares del Sur, nada se opone a conferirles el mismo
origen de las migraciones que trasformaron parcialmente en sentido xan–
todermo la antigua población negroide de las islas.
En rigor, ni la misma teoría de Spinden nos satisfacía plenamente.
Aun, admitiendo toda la parte válida de su explicación, es decir, la seme–
janza de disposición con los órganos del loro, cabe siempre la pregunta:
¿qué otro modelo de la naturaleza ha dominado tan prepotentemente la
visión de los escultores, como para trasformar el pico del ave en una di–
rección elefantesca?
En cuanto a la contestación de Toz2ier: "se trata de una máscara
grotesca muy abunda te en los relieves centroamericanos" o la otra "no
es más que una de las tantas imágenes del dios conocido por
"long nosed
God",
¿quién no descubre el lado flaco de tales afirmaciones, aparente–
mente tan senci1las?
Debe
esultar espontáneo preguntarse:
¿de dónde sale la inspira–
ción
y
el carácter primordial de tales máscaras
y
de tal dios "provisto
de trompa"?
La disociación ampliamente sufrida por la forma elefantesca, ya en
el extremo occidental del Gran Océano, constituye un dato muy impor–
tante para apreciar las razones de nuestra desconformidad con los postu–
lados de Ellíot Smith. En efecto, el profano, al comparar con la teoría
de este escritor nuestro resultado, podría suponer que están .en com–
pleto acuerdo, y de ahí la tentación de afirmar que nuestra posición ad–
versativa es completamente ficticia.
Por tal causa es útil anticipar que noso.tros invocamos influencias
culturales ejercitadas por la civilización de la India Posterior, a través
del jalón cambodgiano, y la intervención transmisora de las peregri–
naciones del pueblo más errabundo, de la humanidad, los Malayos. Ellíot
Smith postula en cambio que los pueblos Arios de la India y del Medi–
terráneo efectuasen hasta América largas migraciones civilizadoras. Nos–
otros no· aceptamos tampoco, en rigor, que los autores de los relieves
centroamericanos se propusiesen representar la especie zoológica "elefan-