IMPORTACIÓN FENICIA
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la industria de la púrpura fueron establecidas en varios sitios del. viejo
mundo por los primitivos Mediterráneos. Además . nosotros (la escuela
de Manchester) hemos establecido una relación entre estas artes
y
la
de
tejer, como también de extraer, trabajar
y
comerciar los metales, oro,
plata
y
cobre. En el nuevo mundo la industria de la púrpura está aso–
ciada con industrias similares" (39). De estas consideraciones Jackson
deduce la importación por parte de los
"Mediterranean sea
farers",
aunque no se llega a' comprender con claridad sí los
8aA.anoxQmotívri::~
Sídoníos o Tirios, diez siglos antes de Cristo, hayan introducido los
moluscos, o
el
secreto de romper las conchas para sacar el color ...
Ya es suficiente. lo que antecede, para que el lector se forme una
idea clara de las especulaciones de la escuela de Ellíot Smíth. Muy due–
ño, el lector, de suscribir,
y
lo creo justo, el lema de dicha escuela: que
el ·aesarrollo independiente, en los pueblos de América y las naciones de
la historia clásica, de elementos de cultura semejantes,
"is inconceivable".
Vea, sin embargo, sí· es el caso de invocar esta incompatibilidad cuando
se trata de elementos tan simples como son los cuatro que nos ocupan.
En rigor, las
invenciones
de que habla Jackson consisten en la facultad
de admirar el aspee o rel,uciente y nacarado de las peri1as, de dísoernír la
analogía erótÍ<i:a contenida en a forma de una
Cypraea,
o de soplar en
la concha del
Stromb
para recabar sonidos, o bien rompen un
Murex
con el fin de -utilizar la materia colorante.
De todos modos, aun pr_escindiendo de la actitud de e:x:cesivo opti–
mismo con que maneja los datos más elásticos
y
aún la simple posibili–
dad, recuérdese que Jackson no ha llegado a sus conclusiones siguiendo
¿qué más conforme a dicha corriente es la unidad de creación e invención, con las su–
cesivas series de mígraci.ones que pregona la escuela de Manchester?
Estamos todos acostumbrados a llamar dogmáticos a los que razonan de este
modo, tanto si esgrimen
el
silogismo de los Aristotélicos, como las "ternas" evolucio–
nistas.
Véase en qué otra forma el prof. Ellíot Smíth hace la defensa de su sistema. "Si
adoptamos - dice después de unas líneas - el modo de ver de aquellos escritores los
cuales consideran que estas costumbres
y
creencias análogas proceden todas .de una mís–
tica "unidad psíquica", entonces nos pondremos en
el
mismo nivel mental del indígena
australiano, quien cree que el niño
es
un espíritu que ha penetrado en el cuerpo de
la madre de manera misteriosa".
No es necesario insistir en lo inoportuno del parangón, cuyos térmínqs ni coin–
ciden, ni se asemejan a los de nuestro asunto. Tampoco se requiere mucha claroví–
dencia para notar, bajo
el
disfraz literario, un típico sofisma
"ad verecundiam" .
..
Seamos, pues, sin rubor, como el indígena australiano, sí se trata de acercarnos a la
verdad, o al mínimo er!or probable.
(39)
JACKSON, J.
W. -
Sbells as evidence ..•
(1917), pág. 27
y
síg.
í