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LA

VID

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no discierne más de una sola especie salvaje, la

Vitis Vinifera

de Linné,

en cambio las especies salvajes de América son numerosas, y netamente

definidas. Sin complicar la cuestión con las variedades obtenidas me–

<lante el cultivo, el taxonómico distingue

Vitis Lebrusca,

ya conocida

y bautizada por Lin"ué,

Vitis Aestivalis, Vitis Cordifolirz, Vitis Riparia,

Vitis Candicans,

y

Vitis Rotundifolia

o

Vulpina

(25).

Por lo que a nuestra demostración atañe, es curioso constatar que

no solamente la vid americana autóctona muéstrase abundantemente re–

presentada, sinó que, sin la resistencia vigorosa adquirida por ella en

territorio americano durante u·na lucha multisecular contra un enemigo

implacable, no habría 1ya viñas en el resto del mundo (26).

Que la vid no existía en América, no es imposible que lo afirme

algún escritor, especialmente sí el "dato" le hace falta para sostener

~laboradas

alquimias filológicas. Pero esto no impide que el nombre

con que el europeo llamó por primera vez al continente americano, fué

justamente el de "país de la viña" (27).

¡Curiosa Jronía! Lejos de ser la vid extraña al Nuevo Mundo, el

primer nombFe dado a estas tierras en una l'engua europea se clasifica

-entre las toponimias clásicas de la vid: Enotría, ]talía, Vínlandia. .

Decididamente, ya desde Hehn, la Histo#a natural es la bestia

·negra de muchos filólogos.

(25) PLANeHON,

J.

E. -

Le Pbylloxeca en Eucopa et en Amérique;

11,

La

vigne et le vin aux Etats-Unis;

en

la

"Revue des deux Mondes",

París,

1874,

To–

me 1,. pág.

913_·943.

(26)

PLANCHON,

J.

E. -

La question du Pbylloxera,

en

la

"Revue des

deux Mondes",

París,

1877.

Tome XIX, p ág.

241-277.

Contiene una amplía

biblíograf.ía.

De. todos modos, estas noticias están bien presentes a la memoria de los viticul–

tores de toda Europa, quienes deben a las especies americanas aborígenes, después del

flagelo de la

Phylloxera Vastattix

que aniquiló en un soplo todos los viñedos de sus

tierras. el haber logrado, alrededor del año

70,

injertar en los sarmientos importados

del Nuevo Mundo, las preciosas variedades de uvas europeas, que representan el _re–

sultado de varios milenarios de seleccrón.

(27)

Muy fácil debe resultar a cualquiera orientarse acerca de los viajes de los

Escandinavos en América, anteriores en quinientos años al descubrimiento de Colón.

Desde los manuscritos medioevales, basta la obra de TORFAEUS:

Historia Vinlandi12

antiqu12,

Koper¡agen,

1705,

y los recientes

Studier over Vinlandsreisernc,

de G. STORM,

Kopenagen, 18

9

7, la bibliografía de Wineland está consignad¡¡ en todos sus detalles

tanto en obras especíales del descubrimiento, entre ellas, la de KRETSCHMER, Konrad:

Entdeckung Amerika's

(pág.

246-249),

como en los manuales. El de BEUCHAT:

Arqueología americana

resulta a este respecto bastante completo. Ver pág; 11 a 17 de

la

trad. casteJlana.