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AMÉRICA Y B:ll:BILONII'\.

ha dem0strado que el nombre del vino

([F]

·o1voc;

=

vínam)

fué

pr0pagándose desde la cuenca mediterránea; el semítico

waina

fué

una

forma posterior, y, a través de los Armenios, entró a; Asía civilizada,

en una época que no puede presumirse anterior al estableámiento de

come11cios regulares (23) . Por lo que rnncierne a los habitantes de Cal–

dea, Herod_oto (24) n<:>s asegura que no poseyeron ni la bíguera, ni

la vid, ni el olivo, desde los primeros tiempos, hasta el m<:>mento en

que él visitara la comarca, (siglo V) .

Sin embargo, más que pedir a la filología sí los Súmeros llegados

a la Caldea con0cíeron el vino, nos hace falta intertogar· a las ciencias

naturales si es cierto que .en América n<:> existieron nunca ni el le0n, ni

fa.

vid, como Ricci asegura.

Muy aventurad<:> resultaría, dada la abundancia de grandes felinos

en este n.uevo continente, sostener que el h<:>mbre americano, al encon–

trarse por primera vez a contacto con los leones, en los supuestos ítíne–

rados del · Asía, no tuviese en su propia lengua vocablo alguno para

indicar al hermano del

Felís Onza,

y del

Felís Concolor,

cuyas imá–

genes tenía bien grabadas en la Fetina, pues abundan basta en las pin–

turas y bajorrelieves de la arqueología ame.r'cana.

Más terror ante es la respuesta en lo que concierne la vid. Esta

vez la

histor¿~atullal

nos brinda un ejemplo ;verdaderamente "ejem–

plar". No tan solamente la A¡nédca conooíó anties de descubrimiento

la

planta que da el :vino, sino que sus ·especies autóctonas son tan abun–

dantes, que-%Jl1Íentras en t oaas las u:vas del tn¡unelo a tiguo, ya por

antigüedad de cultivación, com0 por ·procedenCÍ? UI1;fl;;tteral, el botánico

(23) SCHRADER,

O. -

Reallexiko11,

etc., pág. 944.

(24) HERODOTO,

I.

193. -

Pobres de plantas leñosas, las tierras aluvío–

nales de Caldea eran, en cambio, prodigiosamente dotadas en cereales. Herodoto, quien

parece haya recorrido la región, nos ofrece un cuadro muy circunsta;,c;iado de la agri–

cultura de los habitantes de la Mesopotamia inferior, quitnes reemplazaban el aceite

de olivo con el de sésamo y el vino con .un producto de la palmera fermentado.

Algunos de mis lectores acaso objete sus recuerdos de lecturas bíblicas. No sor

de los que desprecian esa autoridad, si no fuera por otra razón, porque el Pentateuco

fué compuesto seguramente ante.s de la historia de Herodoto. Sin embargo, los famosos

racimos de uva que los exploradores trajeron al desierto. no proceden - como se repite

generalmente - de la Mesopotamia, sinó de la ciudad de Hebron, cerca de J erusalén

(Núm. XIII. 2'1-24) y

el

vino, cuyo nombre aparece en

el

sueño narrado a José

(Gen. XL. 9-1

O)

se relaciona evidentemente con las costumbres de una corte egipcia.

En cuanto a la vid de Noé, resulta muy claro que se trata de una narración de seguncb

mano, y relativamente reciente. El Noé original del texto caldeo, Kísntros,

.so.be

al

cielo, divinizado, al terminarse el diluvio, sin que la narración lo presente bajo el as–

pecto de primer enólogo, como hace el Génesis, IX, 20 .

Véase

el

texto babilónico del diluvio en DHORME, P. PAUL;

Cho&: de tex te:

religieux Assyro-babyloniens,

París, 1907.