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Impotentes, renunciaron a ·su obra, ex ...
cla1nando:
-Salkuska!
LA COLERA DEL APU
-
·No te atrevas, mortal. Tu audacia
te costará la vida. El Apu no pernüte que
nadie se le acerque. El Kuntur mismo que
domina los cielos se siente sin alas cual
rastrera gallinácea.
- · No te at-r-evas, no porfíes: será inútil
tu e fu erzo.
<D
o escuchaba el consejo
y
la
advertenci ;
y
seguía
asoenff~
e
do. Seguía
cues a a.t-r1 a· oa 'a y levantaba, sudoroso,
as~'.I:
iándose, trepaba, caminaba
a gatas
¡Siempre má al to!
La cumbre nevada parecía alejarse ha–
cia el zenit.
Habían pasado las horas diurnas. El Sol,
al ponerse, bañaba en púrpura el picacho,
rosáceo cono diamantino.
A
ratos el Apu hacíase
invisible, en-·
vuelto en cendales de niebla.
El andinista no cejaba en su empresa,
y
ascendía, n1ás muerto que vivo, anhelan–
te de vencer; pero con el corazón en la
boca los ojos fuera de sus órbitas , trému–
las las piernas, agarrotados los
brazos,