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-- 28 -

Impotentes, renunciaron a ·su obra, ex ...

cla1nando:

-Salkuska!

LA COLERA DEL APU

-

·No te atrevas, mortal. Tu audacia

te costará la vida. El Apu no pernüte que

nadie se le acerque. El Kuntur mismo que

domina los cielos se siente sin alas cual

rastrera gallinácea.

- · No te at-r-evas, no porfíes: será inútil

tu e fu erzo.

<D

o escuchaba el consejo

y

la

advertenci ;

y

seguía

asoenff~

e

do. Seguía

cues a a.t-r1 a· oa 'a y levantaba, sudoroso,

as~'.I:

iándose, trepaba, caminaba

a gatas

¡Siempre má al to!

La cumbre nevada parecía alejarse ha–

cia el zenit.

Habían pasado las horas diurnas. El Sol,

al ponerse, bañaba en púrpura el picacho,

rosáceo cono diamantino.

A

ratos el Apu hacíase

invisible, en-·

vuelto en cendales de niebla.

El andinista no cejaba en su empresa,

y

ascendía, n1ás muerto que vivo, anhelan–

te de vencer; pero con el corazón en la

boca los ojos fuera de sus órbitas , trému–

las las piernas, agarrotados los

brazos,