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¿Era la maldición del Padre?

Los soldados del Emperador

ahúllan

en1pavorizados; ya huyen; ya se desbara–

tan.

Está

perdido

el Cuzco.

El Inka,

descendiendo de su litera de oro y pedre–

ría , se ha lanzado _al combate con rabia.

Preferirá morir. Lucha, lucha jadean–

te, lado a lado de sus legionarios.

Más, de pronto un vocerío. Un ulular

inequívoco de victoria.

Los chanka , aterrados, retroceden co–

la presencia dfe algo sobr natural.

rnillares de soldado'8 del Im–

p~ri

la esplanada y las colinas;

una much:eilumbre las trasmonta incesan–

te oo

~

.

.---='-

Son los

Putur Au

k'a.

Las piedras que convirtió en soldados

e'i

·g_e,nio de la

'.Raza Keswa;

~l

divino

1

WiraKocha.

·

LA VENGANZA DEL SEl140R DE TAMPU.

El príncipe de los . trópicos, el vástago

feliz del señor de Tampu, enamoróse per–

didarpente de la hija del kuraka de Koya

Los más ricos presentes del valle cálido

-el ají, la coca, el algodón, el tabaco–

eran para la casa de la mujer preferida.

El joven tampu había revelado los secre–

tos agrícolas;

proyectaba convertir

las