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Kuntur escuchó reverente
la- palabra.
del genio de sus lares, y n1usitando una
plegaria, ofreció en lo íntimo de su cora–
zón cun1plir el divino 1nandato. Sin pérdi–
da
de.
n101nento--p~1es
ya clareaba-des–
pertó
a
su
mu.i er
y
a
sus
hijos,
y
sin hablar -
con
ellos
sino .lo necesario, cogió sus uten–
&ilios y ropas, y antes de que el sol ilumi–
~1ara
las nevadas cun1bres, salió por la
lla-·
nura
con
rurnbo Dpuesto a la tierra en que
viviera dcE>de
sus
mayores. Seguíanle si–
lenciosos hijos
y
mujer.
Cuando
iLan a nas ont r una lo 11ada,
a
todos, olvidand
l
r.<J
i:Oición del
Aptt,
1
instintivan1ente,
to..rn
on a n1.irar la aldea
n1as, con ason1 r
~
H
e-Pcibieron sino na
laguna de
gPL:"es
aguas en el sitio inismo
donde se levantaban s11s casucas. Se
había
cun1plido
Pl
castigo del dios.
Cuando Kuutur y los suyos,
aterrados ,
quisieron continuar su éxodo, les fué im–
posible rnover-se. Ya eran de piedra.
PIKOL
Existía una honda enemistad entre dos
viejos señores del Cuzco: Pikol . y Munat–
senka. Rivalidades, querellas de poderío,
pleitos de aguas
y
linderos, agriaban
la~
relaciones de los dos iinportantes veci–
nos. 1\1ás de una
vez
sus tributarios ·se