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De pronto, enciéndese
el cielo; san-.
grientos fulgores lo cruzan; estallan mil
truenos; retiembla la tierra;
y
una lluvia
de fuego va quemándolo todo; calcínanse
las piedras; son piras infor1nes los rnontes,
conos que vornitan chorros de lava.
Las bestias perecen
de espanto. Los
campos se cubren de
hirviente lodo,
de.
.
negras cenizas.
¿1Acábasc el mundo? Los ho1nbres, pre-.
sas de pavor, se arrojan a los piés del dios;
le cla1nan piedad.
Kon-Titi perdona a los l{anchis
y
con–
tiene el furor
el . 1sa.. chata.
En l{acha fué eleYado un santuar·io a
Wirakocha.
p
Í
LOS D NZAR'INES.
Thunapa, sole.doso
en la planicie in-
1nensa, añoraba. Había dormido en Kacha–
marka la noche última: un sordo clan1or
le despertó, después uno co1no agudísin10
silbido que se repetía seguidamente, va ..
ria.ndo la intensjdad desde el n1urmullo
~lasta
el rugido. Thunapa iniró,
y
nada pu–
dieron .ver sus ojos en el rostro único de
la noche. Thunapa tembló. Era el Viento.
Pensanrlo en el 1nisterio nocturno, Thuna-.
pa se
encontraba cercfi a Ti-awanaku.
Pronto pudo ver una abigarrada n1ultitud