. HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN PERUANA
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la cordillera de los Andes, sobre cuya altiplanicie extrema estuvo
asentada su urbe política y sacerdotal.
Actores en el drama de razas que dejamos insinuado han de–
bido ser las colectividades que al final del conflicto vemos apa–
recer como
H attun Oo.lla,s
en la parte superior de la laguna de
Titicaca, como
Paucar Collas
en su parte inferior de aquende el
río Desaguadero, y como
Lupacas
en el trecho de territorio com–
prendido entre Arequipa
y
el río de Camarones, siempre que
, hasta él llegase la acción militar, religiosa, labriega y civil de la
urbe de los Muertos Sentados.
Como acontece a menudo en el discurso de la historia del
'
Mundo, tratándose de ramas de una sola familia, la una no pudo
subsistir sino con desmedro de la otra.
Desaparecida, co:µio entidad hegemóni'ca, la rama mayorazga
de los Protocollaguas. de allende el Desaguadero, hace su apari–
ción en la escena de la historia de América la rama segundona :
la de los Collas, con rumbo a una nueva hegemonía, loca1izada
esta vez en dos cacicazgos mayores: Hattun Colla y Pauear Colla,
poseedores de iguale características de idioma, costumbres e idea–
lidades, con más u <;,omienzo de intuición religiosa, superior a la
que dió naeiiniento al culto de los "Muertos Sentados" y encami–
nada al culto del Sol, que los Quechuas del Cuzco elevaron a la
dignidad de religión del Estado .de Tahuantinsuyo, en razón de
la proporción "eolla" que hubo en ellos.
Fueron, según parece desprenderse del
folklore
andino, los
.
H~ttun
Collas aliados a los Paucar Collas, los que a la altura del
sé.ptimo siglo de la era vulgar, después de tolerar durante una o
más centurias la preponderancia de los aillos mayorazgos de la
estirpe de que fueron segundones, entronizados en la ciudad "de
los "Muertos Sentados", divididos sobre puntos de tributación y
aún de
doctrina,
expedicionaron contra la ciudad madre, como los
cmnanos, no apenas organizados, contra Alba, pusiéronla cerco,
hubiér.onla en su poder, arrasáronla desde sus cimientos,
y
apode–
rándose de las
huacas
tutelares que se conservaron en el hipogeo
famoso de Puma Punco, trasladáronlas a sus propios lares, en de-