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R. CÚNEO - VIDAL

Culto nacional de los Quechuas, el del Sol.

De tener un valor religioso, el arco de Kalasasaya ha debido

referirse, por fuerza, a los dichos Muertos, fundamento y objeto

que fueron de la religión del Estado, y representarlos en la forma

litúrgica

sentada que les correspondió, distinta por cierto de la

activa, airosa

y

paS'ante

que ostentan las cuarenta y ocho figuras

de que venimos ocupándonos, siendo así que el episodio allí re–

presentado es de

vida,

de viaa que quiere continuar viviendo, y no

de ominosa muerte.

Si Viracocha, nombre quechua, y como tal perteneciente a

una lengua que se formó después de desaparecida la urbe "de los

Muertos Sentados", fué verdaderamente el dios nacional de los

Aimaras,

&

por qué se perdió la

rnod;alidad aimara

de su nombre,

y por qué, finalmente, no se vió reproducida indefinidamente su

~figie,

reverenciada de sus fieles, a semejanza de lo que ocurre

con los símbolos de nuestra propia

religión~

Ya demostr are os en otro lugar cómo la fórmula

Kon-Tic–

ssi-l7

iracocha,

en que se ha pretendido ver una suerte de

trimurti

andina

(de la cu , no obstante, los señores Stübel y Uhle aciertan

a extraer a

dos

~lementos,

para convertirlos en una sola entidad

hierática bajo la advoeaeión de

Tfr,ssi Viracocha)

y cuyo valor

filo_lógico es el siguiente: la "grasa" (wira) _de los animales sacri–

ficados, quemada en el "charco sagrado" (cocha) en honra de los

"kontatas", "kontitis" o "konticssis", se refirió a una

religión

que,

lejos de ser exclusiva de los llamados aimaras, lo fué de todas las

gentes (collas, quechuas y costeñas) comprendidas en el amplio

girón del Tahuantinsuyo.

Volviendo al punto de quiénes pusieron térmi;io al poderío

de Tiahuanaco y usurparon su hegemonía política

y

religiosa, di–

r emos que la filosofía de la historia de América nos da a entender

que han debido ser las colectividades pertenecientes a la rama

~,

¿rinsa.ya

,

de aptitudes militares

y

labriegas, que el Estado pro–

tocollagua envió antaño, en calidad de

mitmas, mitimaes

o

trashu–

ma,ntes,

a colonizar las tierras

y·ungas

y

chaupinyunga.s

(tropicales

y semitropicales) de las estribaciones orientales y occidentales de