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R. CÚNEO - VIDAL
que campean rostros de pumas,
y
de las cuales se desprenden cua–
tro teorías de ríos hacia el final de los valles de ambas vertien–
tes de los Andes, sin que en aquella página de topografia andina
falte el detalle de una masa de agua, representativa de la laguna
de Titicaca, en que campea el signo
pez.
Completando el valor descriptivo de la pieza arquitectónica
que analizamos, la greca del friso en que se apoya, ofrece ·en dieci–
séis medallones, orlados por el signo
río,
la faz del sol saliente de
las aguas de un océano (el Atlántioo) y sepultándose en otro océa–
no (el Pacífico), probablemente en un sentido de años o de cen–
turias.
Establecido según nuestro modo de ver el valor de la fi–
gura del a modo de Moisés americano que guió a la horda funda–
dora de Tiahuanaco de las orillas. del Atlántico, castigadas por
ignotos
~ataclismos,
y de los valles anegadizos de la hoya ama–
zónica al altiplano de los Andes, donde la raza descansó de sus
fatigas y optó por esta-blecerse, la explicación de las figuras se–
eundarias que co
let an una representación ideográfica semejan–
te, no ofrece mayor dificultad, siende> así que su conjunto tiende
a representar
éxodo
de a primitiva humanidad americana, del
llano a la cordillera, bajo la guía de sus
mallcos,
o
mancos, ·
o
exploradores de trazas de
cóndor,
y su final establecimiento a ori-
11a del lago de Titicaca,
ackapana
y
pacarina
él también.
Cabe decir de consiguiente que, tratándose del arco de Ka-
1asasaya, nvs hallamos en presencia de un
docurrwnto histórico
de
subido valor de
"un positi·vo menS'aje",
por el cual un artista
desconocido, nacido ha veinte siglos, se propuso transmitir a las
presentes
gener~cion~s
el
recuerdo
de la marcha secular de su na–
ción
y
el de su establecimiento en el suelo predestinado en que
floreció su cultura: página comparable por todos conceptos a las
por las cuales los escultores
rnayas
nos
~ransmitíeron
en la orna–
mentación de los templos
y
palacios aparatosos de Yucatán, el re–
cuerdo de las espantosas catástrofes que asolaron a su nación.
O mucho nos engañamos, o la toca-Posnansky la denomina
"corona"-que gastan las treinta y seis figuras menores que avan-