CAPITULO VIII
LA .cuN
PROTOCOLLAGUAS
Quienquiera que,
·l;JI'e de prejuicios, considere los testimo–
nios de la vida del
a
igu0
T'
a
uanaco que acabamos de reseñar,
convendrá en que la
clave
de la misma reside en l_a ornamentación
del friso del arco monolítico que hemos denominado "del _adveni–
miento de los Protocollaguas".
-
En sus cuarenta
y
nueve figuras está
comprendid~,
para quien
sepa interpretarlo, el
mensaje
que un remoto pasado ameriéano
se vropuso transmitlr a
l~
edad presente.
Con el menor gasto de imaginación nos colocamos-quienes
esto escribimos-. en el
momento histórico
en que la construcción
del arco "del advenimiento'' fué decretado.
La ciudad de los Muertos Sentados había alcanzado el grado
de su más alto renombre entre las colectividades primordiales de
América.
Sus
1nochaderos
y
palacios, sus
ccatus
y
cuchupa~as,
en que
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