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del sigloXIX
y
anteriores habían tenido como
jefes a
Incas
o
Huillkas.
Casi
todos tenían an–
tes, eu época de
paz,
apellidos españoles, los
qu~
can1biaron después to1nando algún
conoci~
do nornbre incaico por este estilo: ,.fupac Ama–
ru,
Tupa.e
Catari
y
los dernás se titularon pa–
ra imbuir reBpeto a los indios
''Inca"
o
'"Huill–
ea". Hace a penas un
año
a pareció otra vez
un
I-Iuillka.
.F~l
indio Mateo Alfaro, cacique
de la Comunidad Llinti en el
Altiplano
Bo·
liviano, pretendía sublevar los
Indios
comu–
narios
de
Sicasica, Oinasuyos y Larecaja,
el
año pasado de 1921, declará.ndose'
4
Iíuillka",
atentando natnraltnente contra la vida
y
pro·
piedad de los
blancos.
El
non1bre I-lnilika
o
Inca tiene aún hoy algo fasc ina nte para el In·
dio
del
centro de Sudan1érica
y
al q ne lo lleva
es ca paz de
~eguirle
hasta
el sacrificio.
lVIás o
lYJtinos
así
pasó
con
los an tigoos
Incas y los verdaderos Incas. No hubo pro–
pia1nente
Gobiernos
en la forrna
que
cuentan
los historiadores, ni
ta1n
poco largas dinastías;
todo lo que
cnentan los
cronistas ha sido
con·
fee.cionado confonne al gusto y
1nudo
de pen–
sar de los españoles de la época. Si uno lee con
cuidado o
1nás
bien con otra clase de criterio to·
dos aquellos escritos,
sacará
mucho en
litnpio
y
verá
pronto si sabe. como diríamos,
leer
lo
que ei:;tá escrito entre líneas, q
U(~
no hubo las
tales largas
dinastías, sino contínuo carnbio
de caudillos, q ne vh1ieron de afuera con gen–
te que buscaba n1ayores facilidades agdcolas;