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-

23 -

del sigloXIX

y

anteriores habían tenido como

jefes a

Incas

o

Huillkas.

Casi

todos tenían an–

tes, eu época de

paz,

apellidos españoles, los

qu~

can1biaron después to1nando algún

conoci~

do nornbre incaico por este estilo: ,.fupac Ama–

ru,

Tupa.e

Catari

y

los dernás se titularon pa–

ra imbuir reBpeto a los indios

''Inca"

o

'"Huill–

ea". Hace a penas un

año

a pareció otra vez

un

I-Iuillka.

.F~l

indio Mateo Alfaro, cacique

de la Comunidad Llinti en el

Altiplano

Bo·

liviano, pretendía sublevar los

Indios

comu–

narios

de

Sicasica, Oinasuyos y Larecaja,

el

año pasado de 1921, declará.ndose'

4

Iíuillka",

atentando natnraltnente contra la vida

y

pro·

piedad de los

blancos.

El

non1bre I-lnilika

o

Inca tiene aún hoy algo fasc ina nte para el In·

dio

del

centro de Sudan1érica

y

al q ne lo lleva

es ca paz de

~eguirle

hasta

el sacrificio.

lVIás o

lYJtinos

así

pasó

con

los an tigoos

Incas y los verdaderos Incas. No hubo pro–

pia1nente

Gobiernos

en la forrna

que

cuentan

los historiadores, ni

ta1n

poco largas dinastías;

todo lo que

cnentan los

cronistas ha sido

con·

fee.cionado confonne al gusto y

1nudo

de pen–

sar de los españoles de la época. Si uno lee con

cuidado o

1nás

bien con otra clase de criterio to·

dos aquellos escritos,

sacará

mucho en

litnpio

y

verá

pronto si sabe. como diríamos,

leer

lo

que ei:;tá escrito entre líneas, q

U(~

no hubo las

tales largas

dinastías, sino contínuo carnbio

de caudillos, q ne vh1ieron de afuera con gen–

te que buscaba n1ayores facilidades agdcolas;