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patentB de eso es que desde la conquista
has–
ta
hoy,
llan1an los indios a
los eoropAos o a
los criollos, Hnirakjocha
y
es tan con1ún esto
de
que
nos
Uan1en
Huirakjocha, que
ya
n·tdie
se fija en ello ni bnsca el motivo.
So1nos
pro–
bable1nen te tiegún creencia de ellos, la Grasa
del
n1ar
que
este
arrojó a
las orillas.
Todas las grandes ciudades
y
centros
de
cultura de la antigüedad en este continente,
no eran tampoco ciudades cual
las
nuestras,
con10 quieren hacernos creer los iufonnantes
de
los
cronistas, pero sí, eran verdaderas
ciu–
dades agrarias.
rnuy
distintas de
las
europeas
y
muy
extensas, se pnede decir casi
sin lín1i–
tes;
h:1
bía
observa
torios astronón1icos,
tern–
plos
y
otros lugares de cu lto, casas de nobles,
de justitia, de reunión
y
especiahnente Fo.::–
taleza~
(Puearas)
y
al centro grand es exten–
siones para
aprovecha1nientos agrícolas;
es
así que ciudades corno Tihuanacu, Cuzco y
otr&s, no tenían verdaderos límites. Es natu–
ral
Y.
ue en época de peligro de a
1
,aq
ue se
reu–
nían cerca de su jefe
todos
los de la
cornarca
para defenderse en la
"pucara" (7), no tan to
para salvar la vida de
su
mandón co1no por
el instinto de conservación propia, de sus tie–
rras
y
de
su
ganado. No hnbo tam peco las
enor1nas guerras
cuyo
relato a su n1odo
de
(7) La ''Pucara" del Cuzco era la fortaleza "Saksa–
huaman''.