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-- 26 -

patentB de eso es que desde la conquista

has–

ta

hoy,

llan1an los indios a

los eoropAos o a

los criollos, Hnirakjocha

y

es tan con1ún esto

de

que

nos

Uan1en

Huirakjocha, que

ya

n·tdie

se fija en ello ni bnsca el motivo.

So1nos

pro–

bable1nen te tiegún creencia de ellos, la Grasa

del

n1ar

que

este

arrojó a

las orillas.

Todas las grandes ciudades

y

centros

de

cultura de la antigüedad en este continente,

no eran tampoco ciudades cual

las

nuestras,

con10 quieren hacernos creer los iufonnantes

de

los

cronistas, pero sí, eran verdaderas

ciu–

dades agrarias.

rnuy

distintas de

las

europeas

y

muy

extensas, se pnede decir casi

sin lín1i–

tes;

h:1

bía

observa

torios astronón1icos,

tern–

plos

y

otros lugares de cu lto, casas de nobles,

de justitia, de reunión

y

especiahnente Fo.::–

taleza~

(Puearas)

y

al centro grand es exten–

siones para

aprovecha1nientos agrícolas;

es

así que ciudades corno Tihuanacu, Cuzco y

otr&s, no tenían verdaderos límites. Es natu–

ral

Y.

ue en época de peligro de a

1

,aq

ue se

reu–

nían cerca de su jefe

todos

los de la

cornarca

para defenderse en la

"pucara" (7), no tan to

para salvar la vida de

su

mandón co1no por

el instinto de conservación propia, de sus tie–

rras

y

de

su

ganado. No hnbo tam peco las

enor1nas guerras

cuyo

relato a su n1odo

de

(7) La ''Pucara" del Cuzco era la fortaleza "Saksa–

huaman''.