PRÓLOGO DEL AUTOR
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hijo, cuando es genitivo de posesión, lo cual se manifiesta o por apo-
ición de otro nombre, o por la partícula
popa.;
pero no por
e,
como
lo hace el señor Pacheco. En la palabra
fían,
el camino, la
n
es radi–
cal; pero e cribir
fían
por
?"iam,
que significa
yct es,
sería un abuso
Yulgar; pues, debe usar e la m o mi,' para expre ar la tercera persona
del verbo
se1·,
y
no de la
n,
porque
can
significa hay o tiene ma no
aquel es. Diciendo
fiokha?n,
yo soy, digo bien; pero si digo
?"iokhan,
el
yo o aquel yo, no e pronombre ino ubstancia .
l\Iuy curio a e
la anécdota ele dos antiagueños kjéchuista que
se propn ieron hablar castellano comiendo nn rico zapallo asado, dijo
el uno: << ¡ Ah malaya con quien comiera este zapallo tan rico 1> Re -
ponclió el otro : < está comiendo con la yo >. Replicó el primero: « yo
no digo con lavo ,
ino con la gente ».
. Volviendo, pues, a nuestro asunto no e extraña esta corrupción
en la lengua kjéchua, si se tiene consideración de que los primeros
que hablaron en esta lengua kbuzqneña de. pués de la conquista fue–
ron e paüoles y que hicieron con ella lo que con la lengua latina,
dicien<lo
enin
por
enin¡, cmt
por
ClWt.
que ea e te
lill
abuso y corrup–
ción e hace patente de lo que ninguna o-ramática antigua u a de la
n
por
1n
o
mi
en la ter era
l
r ona del ve¡:;J:>o
cay,
e11: a í
cani
1
canki,
m o
?ni,
yo soy, tú ere ,
<
tél
te
' como e debe escribir y usar.
En el prólogo al alfa eto se ha notado ya el abu o de u at la
e
en
en vez de
p
o
pct
de g
·ti
'O
y
e
el
sul.ijuntivo como hace con tanta–
mente don Gabino Pa,
co,
cmlfu~li
nclo n un olo is·no la
e,
p,
h
y aun lajain hebrea, así:
yayaj,
del [ladre;
incaj,
del inca;
nMmaj,
el
que ama;
ntraj,
el que hace o hacedor;
cajtiy,
siendo yo;
m1majtiy,
amando yo;
chejtcty,
partir;
chhttjch1t,
el temblor ele la fiebre o del
hambre· la cuale palabras e crita de e te modo a má
ele chocar
con su propia ignificación gramatical, inducen en error al filólogo
que inve tiga el origen etimológico de u procedencia para formar un
verdadero concepto de su legítimo empleo. No porque una letra en
otra lengua e pronuncie ele otro modo diferente que en la que exis–
tía primero, se ha ele mudar el
igno que la representa, supliendo, v.
gr.:
zain, t.sade, chin
o
shin
por sola. la letra
samec
que es di tinta ele
aquella y t.iene uso extraño para la raíce que indica con su presen–
cia, como Rería
sct?nos,
el sol, por el hebreo
¡;¡hemesh
o
chemech,
el alto
calor o fuego; ni
sisa.,
la flor, por
ziza
o
tsitsct,
que e
también palabra
· hebrea, como
e manife tó en el
Dicciona1·io hebreo-lrJéclmcc
j
pues,
aunque los latinos, franceses, españole ' , itali¡tnos, prommcien la
eh
hebrea de diferente modo no por e o se ha ele suprimir para no alte-