MIGUEL .ÁNGEJ, i\IOSSI
XXI
cuelas a que ad cribir al padre l\'Ios
i;
era, sencillamente, un discí–
pulo del Evang-elio.
«Ejercía el acerclocio con una genero idacl increíble - añade el
mismo e critor - baste decir que la parroquias que él dejaba va–
cantes, no encontraban quien quisiera encargar e de ella , porque,–
decían -
el pud1·e 11fossi las echa a perder.>>
Para suceder a un hom–
bre como él, ra. necesario ten r siquiera el reflejo de las virtncles que
él ejercitaba en grado heroico, y son muy poco los capaces ele ele–
varse a tan alto grado de perfección. Por eso lo má , por ignorancia
tal vez
y
no por mala fe, le mm·mtuaban; por e o le querían tan en–
trañablemente los que le conocían.
E l padre
~iossi ,
retirado en el silencio de n parroquia ele la cam–
paña, continuaba in descanso en u magna labor ele perfecciona–
miento en el estudio del quichua. Con una honradez que no temía
rectifica r públicamente u propios errore , y con una con tancia que
no desean ababa ta descubrirlo o basta convencer e ele que no exis-
Aq uello aüos ele aparente tranquilidad fueron para
él
de inten a
labor intelectual ; había a<:ometiclo sus obras má arduas
y
dificiles,
por el
~lenoso
trabajo de investio-ación que nece itaban; el
Dicciona–
rio ctnalítico sintético 1miversctl,
el
Dicoionctrio hebreo-kj6ch1ta.-ca tellcmo
y
la traducción del
Ollantay,
la tres obras que hoy, al fin, ven la luz
públi ca en el presente vol nmen.
Toda e ta portentosa bbor desarro!lá.base en el silencio
y
sólo al–
guno , muy pocos, amigos leale , entre los cuales contábase en pri–
mer término, el :filólog·o y lingüista, doctor Lafone Quevedo, seguían
pa o a pa o sus trabajos y lo · admiraban reconociendo el inmen o
valer ele u modesto autor.
A pr incipios del aüo 1888, fu exonerado del cargo del capellán