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RICARDO ROJAS
expresó el ensueño que en la mente difund la vagu lad
de esas nieblas, el eco de esas quebradas
y
el
e ~
plE>nd r
de esos crepúsculos ...
. . . Las Selvas esperaban todavía su intérprete, - el
poeta que al recorrer umbrías
y
senderos, hubiera co1n–
prendido el prodigioso espíritu de la breña en el hondo
silencio de i:ius abras
y
la muelle existencia de sus
ranchos, el pavor de sus mitos y el encanto de sus
leyendas, en el himplar de sus pumas y el ayear de sus
pájaros nocturnos,
y
la inúsica de sus árboles cuando
por ellos pasan, co1no arcos invisibles, el anhélito de
la brisa y el resuello otente de los huracane. ...
Pero na i que estu lie el alma de aquel pueblo la
habrá conocí
1
o hasta no verla cómo se regocija
~~~a~n
·fiesta todas sus excelencias y
as- -
~
as de U:n mismo espectáculo
sencillo
y
conmovedor. Allí están reunidos sus amores,
sus alegrías, su cancionero, su arte y sus mitos, en
tanto que, desde el fondo· silencioso de sus tristezas
habituales, un ansia suprema de libertar la vida arroja
esa
mu~hedumbre
de almas en los desenfrenos de la
bacanal.
Tal acontece la Nochebuena.
En el hogar de los patrones ha de nacer Jesús. Tienen
estos, por herencia de los abuelos, una imagen del di–
viño párvulo. La gente de la estancia alborótase desde