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EL PAIS DE LA SELVA
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irán bragados en chiripáes menudos, y vestidos de
camisa, si no todo él trajeado por la ropita de brin que
le vendió algún turco, ó adquirió en la proveduría del
obraje á cuenta de tareas tarjadas.
Desterradas las antiguas costumbres, hoy todos tien–
den á la uniformidad del terno burgués: pantalón, cha-
1
leco y saco. En pasadas épocas, los rieos de la cam–
paña, gastaban calzoncillos blancos de ancho pernil en
criba, y sobre ellos cerrábase entre piernas el clásico
chiripá. Era como éste, negra la <;haqueta, en ocasiones
bordada, y corta para que se viese la cintura, rodeada
varias veces por la faja de vicuña ó de seda que se an10-
i'íaba garbosamen e al flanco . Se apoyaba en la faja el
cinturón, pero adelant caía flojo, con prolijo descuido,
con10 luciendo su prof o arreo de monedas fernandi-
~
nas
d
aquellos tiempos üe.l Rey.
Las mujeres, donairosas para la danza y dulces para
el amo1, descuidan también su persona. En las fiestas
vestirán bata lisa y pollera de colores hostiles, ó cha–
rramente floreadas ; enaguas almidonadas hasta lo car–
tón ; botines, si no fuese muy pobre
ó
tuviese algún
amigo que la corteje... Alguna hincha por único arre–
quive ...
y
cuando mucho, coqueteará con sus trenzas
largas.
Este descuido por las exterioridades, mediocridad de
su genio plástico, se observa en todas las manifesta-