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74:

UIC..:.\.UDO ROJAS

de gri ·, el ceibo de rosa ... P ro tan

le

sal iduría sól

1

sirve para colorar

1

hilada vedija de lo hal

, con

(fll

hace en su tela re , de de los

burdo~

ch uses

lHL

la el or–

lado baetón.

Puede afinnarse que las costumbr ... de la . elva arc–

cen propiamente ele color local. E

pobre y rú tic a la

c:asa donde las fiestas se realizan. La coHcurren ia por

su parte, no lleva en su ve tidos ningún elemcnLo de

belleza exterior. Carece en ab oluto de esa nota pin Lo–

resca con que fald · s y corpiños d0 colore , alegran la

campiña Je otros paí es.

En los ranchos no se halla otro inaliz intcn. o que el

<le las cobijas,

a

i

siempre le rojo

y

rayadas ó

triangulada

á

inca

ver es, amarill

y

azules, -

tin-

torería y urd·

an factura don1éstica. Des-

pué ... la alco_b

de,

ntelada: ni un solo adorno, ni

una silvestre flor; todo en tinte de tierra, cual si la

choza y la vida se identificaran con esos leñosos bos–

ques, donde falta el paisaje de las montañas

y

hasta el

risueño verdegay de las selvas hún1eda .

Los hombres son indolentes en ese clima <le horno,

y

pobres

á

la vez. La ropa queda en los cuerpos hasta

pringarse de sudores

é

impregnarse de sobaqnina. Por

olra parte, el genuíno habitante del país, siendo hacha–

dor, zagal,

6

peón de estancia, nada puede lucir en sus

arreos. El triste paria calzará su pie nudoso en indus–

triales alpargatas,

ó

en le precaria ajota, abarca rúslica

que no se atreve

á

ser una sandalia. Los cuerpos