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RICARDO ROJAS
Es una promesa á la Telesita, - me bisbisó un
paisano cuyo bigote en garfio adornaba las hondas
comisuras de su boca sensual. -
Averigué quién era
la Telesita, y él respondióme con laconismo rehacio :
-
Anima milagrosa ...
Como en ese instante se acercaba el ladino de la
casa, él abundó en explicaciones :
.. -
Si usté quiere ganar una carrera, ó sanar un
enfermo, ó encontrar una :cosa que se le pierda ...
vamos : algo que usté desea, le hace una promesa
á
la
Santa.
~
:agrosa, la pobre loca oriunda de
esas breñas, afitffiGada por las devociones populares.
Cuando vivió en el Bosque, aparecíase hoy en una
estancia, más tarde en otra de co1narcas luengas. Sal–
vaba á pie distancias fatigosas, recogiéndose á la vera
de los caminos, donde asustaba muchas veces á los via–
jeros nocturnos, ó pidiendo albergue en los ranchos,
donde .encontraba un chuse para dormir, un lienzo para
cubrir su engurruñido seno, y para el hambre ó la sed
de tales jornadas : aloja, charqui, locro, amka, lo que
pudiesen darle en el desmantelado chocil. Vagaba sin
cesar y sin destino, llevando inoficiosamente á cuestas,
sobre el pachquil de la cabeza, de un punto al otro de
la selva, carga de leñas y de trastos. La acogieron pri–
mero, con timidez, en seguida con piedad, al fin con