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EL PAIS DE LA SELVA
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¿
Y lo encontraron?
Sí, es ese inalacara que está en el palenque.
Seguían eu el corro coplas, músicas, piruetas, con–
tradanzas, aplausos, chungas, zapateadas, libaciones,
contoneos, zarabandas y cohetes, - mientras el mozo
se expedía con tan fácil locuacidad, gracias á los licores
que escanciara.
¿
Cómo había podido esa vida tan siniestra inspirar
este culto tan alegre? ... Fueron los días de la Telesita,
torvas
ambulacio ~~~ s
de neurosis concluídas en un
desenlace de tragedia. Recorrió los senderos como
una so1nbra de delirio. Lo despeinado de su grefia
encuadraba e
hirsutos aladares el rostro lleno de
presionaban la orfandad de su
.
.
.
.
1nconc1enc1a
suerte, sus per
· acior es angustiosas, la noche trá-
gica de sus
H
utismo habitual y siniestro, su
castidad incólume, y la juventud que ardía como una
llama lóbrega sobre su sexo ya inarchito ... Iba descalzo
el pie, de sudores pringosa la vestidura y raída por la
hostilidad de los ramajes... Hasta que cierto día su
cuerpo nómade se extinguió en un incendio de árboles,
de donde su alma taumaturga surgió beatificada por el
espíritu 'del fuego.
Encaminándose por el bosque en una de sus habi–
tuales peregrinaciones murió qu en1ada, según la tradi–
ción. Marchaba por su ruta, aquella tarde de invierno,