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RIC.\RDO ROJAS
¿
Sois de este inundo ó del otro
?
La luna se arrebujó de nubes en aquel instante ; sutil
penumbra veló como de intento la campaña ; y ·una
carcajada estridente, larga, cromática, respondió
á
su
reclamo.
¡
Era la Telesita
!
Tiempo hacía que peregrinaba por los bo_sques tan
extraña inujer. Conocida su fama y su bondad, .la aco–
gieron caritativamente; pernoctó en el galpón; y al día
siguiente aviós , para aparecer después á las riberas
del Dulce ó so "e
1
sta del Salado. Se llamaba Teles-
fora ó Teresa ·
caba el sif o
había impre io
adres
y
hermanos; hasta se in<li-
vagabunda y excéntrica, que con1enzaron por adulterar
en diminutivo de leyenda su nombre bautismal, y con–
cluyeron después de su trágica muerte, por convertir
su espíritu en una especie de Dionisios femenino y sin
forma, cuyo culto en la selva era como en la Grecia jubi–
losa, culto de guirigayes y coplas, de libaciones y danzaB.
Yo he visto esas cere1nonias.
Habíamos galopado_ largo trecho del monte,
y
á
fin
de que las cabalgaduras descansaran, nos
~eluvimos
en un rancho, casi á mitad de nuestro camino. Al acer-