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VIII
LA
TELESlT.A
Requirió e
2 sus arn1as,
y
caminó tras el
...
paloapique,
>
~·11
de ]a laguna. Llegaban del
callejón bull ntes ecos,
hasta la tranquera del corral
los visionarios perros atropellábanse· toreando. Nada
se discernía, sin embargo,
á
pesar de la noche diáfana.
Algunos sauces lacios so1nbreaban la opuesta margen,
hasLa donde se extendia el agua, aplanada en quielud
de espejo. De súbito, varios patos do1nésticos que dor–
mitaban por allí, se despertaron parpando pavores
á
la
desaforada, cuando una so1nbra pasó de fuga bajo
aquellos árboles, retlejánclosc inverLida en el bruñido
azogue de la presa. Se hizo largo silencio, el hombre
corrió hacia allá;
y
_vió
á
la aparición, scmivestida de
harapos, pugnando por zafarse de los perros;
y
aper–
~ollán<lola
gTitóle :
13.